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Nada por ahora
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Corrección

Estoy comenzando a corregir mis primeras historias, comenzando por sueños de hielo, leyendola, por lo menos lo que escribí y tomando en cuenta que fue hace un año y algo, note unagran cantidad de errores ortograficos y palabras inadecuadas de aquí por allá. Tal vez suba el link de la versión coregida y quizás un poco ampliada al blog por si desean bajarlo.

Estoy planeando subir también una versión corregida de Oscura Inocencia. Aunque no se si de verdad pudiera llevar ese plan a cabo.

Y muy pronto subire el link de descarga para una historia corta llamada La Celestina, que hice en el foro de Novelass hace un año aproximadamente, con intención de celebrar El día de la mujer y cuya protagonista fue Maribel. Obviamente también la corregire porque en aquel entonces, no me ocupaba mucho de las correcciones.

Un besote a todas/dos,
Anto.
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Compendio: Is Lodon's To Love?


¡Hola a todos! ¿Qué tal van? Me dirijo a ustedes en esta ocasión para promocionar un nuevo proyecto. Un proyecto en conjunto para ser exactos.

Tres escritoras nos hemos reunido y hemos decidido comenzar nuestro primer trabajo juntas. Se trata de un compendio compuesto por historias cortas. Pero no es uno totalmente normal, porque nuestro compendio se centra en un tema en específico: El amor.

Son un total de seis historias que se encuentran ambientadas en la época de la regencia y eso las lleva a pertenecer al género de la novela romántica histórica.

Las escritoras que participaran en este compendio, a parte de mí son: J. Alvarez y J.C. Hyacinth (Clikeando sus nombres llegaran al blog de cada una).



La lista de historias que aparecerán en dicho volumen serán las siguientes:



- El disfraz del caballero por Antonella Pizzi

- El despertar del amor por J. C. Hyacinth

- Más allá de la luz por J. Alvarez

- Por el amor de una dama por Antonella Pizzi

- Frases privadas por J. C. Hyacinth

- Más allá de la oscuridad por J. Alvarez

Descargas: Proximamente~~


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Amor Al Azar. Historia 2º


Historia 2º

Su Sombra

¿Saben? Una vez conocí a alguien…

Si, se que suena extraño que lo diga, pero no era alguien normal y por eso me tome la molestia de decir que lo conocí.

Sucedió hace ya unos años, cuando todavía era joven. Una adolescente que le encantaba estar con sus amigos, bromear y pasar el rato. Vivía encantada en el mundo que yo misma había formado y pretendía que nunca saldría de allí,

Esa tarde, mis amigas habían resuelto dejar de lado el aburrimiento e ir a algún lado todas juntas. Me había arreglado y asegurado estar bien para nuestro encuentro.

Llegue a nuestro punto de encuentro reparando en que nadie más a parte de mí se encontraba en la mesa del restaurante. Había sacado mi libro a medio leer y lo había dejado sobre mis piernas mientras cambiaba de hoja en hoja.

–¡Elina! –La cantarina voz que llamaba mi nombre, me hizo levantar el rostro. Ana, una de mis viejas amigas me saluda efusivamente con su mano y una sonrisa resquebrajaba en sus labios.

Los cabellos rubios estaban atados en una cola de lado y llevaba maquillaje que resaltaba los finos rasgos de su rostro. Vestía una blusa de color negro y unos vaqueros agujerados.

–¡Ana! –Le había devuelto el saludo y la había abrazado, dejando caer el libro en el interior de mi bolso.

Nos sonreímos la una a la otra y ella me preguntó que tal estaba. Conteste cortésmente y luego actué de manera idiota justo como hacía con las personas de más confianza.

–…Y fue así que logre convencer a mi papá que me regalara ese CD –Suspiré en ese momento desanimada –Pero me quede sin regalo de cumpleaños ahora.

Ana rió.

–¡Bueno! Shad también tiene el mismo CD, ¿Verdad, Shad?

Mi sonrisa desapareció. Fue en ese momento en el que note al sombrío y oculto chico detrás de la espalda de Ana.

Vestido de negro y recostado de la pared, llevaba unos auriculares con música. ¿Tendría dieciocho? ¿Diecinueve? No podía tener ni un minuto más de esa edad. Sus ojos eran dos estacas de hielo, grises y deplorables y su cabello castaño caía sobre su frente en preciosas ondulaciones.

Era guapo, aunque un poco alto y con ropa demasiado holgada para mis gustos.

Un arete colgaba de su oreja izquierda en signo de ser un chico del estilo mas gótico.

–¿Quién es? –Pregunté sin aliento, bajo esa mirada gris.

–Ah –Ana parpadeó sorprendida –Cielos, disculpa. Elina, él es Shadow, pero yo le digo Shad. Shad ella es mi amiga Elina.

Él se quitó un audífono y me escudriño con la mirada antes de asentir con la cabeza a manera de saludo y después volver a ponerse el artículo en el oído.

Me intrigó. ¿Qué clase de persona se llamaría Shadows?

Llegaron mis demás amigas y amigos y de allí fuimos y paseamos un rato por las tiendas. Shad, siempre nos seguía de atrás y lejos, casi como si nos guardara las espaldas. Más tarde, me había atrevido a mi misma el preguntarle por su nombre.

Su respuesta fue clara y precisa.

–Es mi nombre de nacimiento –Dijo cortante y con la vista clavada en la nada.

Me encontré a mi misma sintiéndome atraída por ese chico, con el cual no podía entablar más de dos oraciones.

Pasamos la tarde riendo y bromeando, pero él siempre estaba apartado. Aunque algo no me pasó desapercibido ¿Saben?

Él siempre seguía a Ana de cerca. Donde fuera que iba Ana, Shad siempre estaba tras ella cuidándola.

Como una sombra.

Fue al día siguiente, que lo oí todo por casualidad.

–…¿Entonces Shad está enamorado de Ana?

Abruptamente, me paré entre los arbustos con un extraño dolor en mi pecho que saltaba abrumado. Esa era la voz de Tania, una de mis amigas a parte de Ana. Asomé levemente mi rostro y me encontré con que mantenía una seria conversación con Sophia.

–Si –Dijo Sophia –¿Qué nunca lo notaste? Él siempre ha estado enamorado de ella, pero Ana parece no querer comprender el daño que le causa al pobre –Jugaba con un papel entre sus manos –No sé cómo hacer para que entienda que fue un error haberle dicho que esperara por ella. Si ella no tiene intención de hacerse su novia.

Tania observó hacia la nada.

–Si… Pobre Shad… ¿No es él su sombra?

Sí. Lo era.

E irónicamente… ¿Saben?

A pesar de los años, Shadows sigue siendo Her’s Shadow…

Y yo todavía soy su sombra.

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Amor Al Azar. Historia 1º. Capitulo 4

Si hace un par de días, Frederic había estado de un humor de perros, no tenía ganas de describir el que estaba teniendo en esos momentos. Por más que llamaba al teléfono de Marissa, ella nunca respondía. Más de un par de veces llamó a la casa de Leonard con la esperanza de que ella fuera la que respondiera, y solo para tener que inventar una patética escusa cuando era su jefe el que contestaba.

Se estaba volvieron jodidamente loco.

-Oye, Fred… ¿Qué demonios te sucede? –La voz de Simon llegó a sus oídos. Frederic tenía la cabeza entre las manos y se obligó a sí mismo a levantar la vista y cruzarla con la de su compañero.

A pesar de la corta edad de veinticuatro años, Simon Barket, el acompañante más joven entre todos ellos, era atractivo en una manera muy primitiva, con ojos enormes y azules y cabellos sedosos de un tono rubio. Era una de las pocas personas en las que Frederic se sentía en la capacidad de confiar. Después de todo, Simon era ingenioso, ocurrente y audaz en muchos sentidos.

-¿Por qué lo peguntas?

-Porque desde hace unos días pareces un muerto en vida, amigo mío –Aseguró con el ceño severamente fruncido.

Frederci suspiró.

-Me he acostado con una mujer de la cual me he enamorado. Pero al parecer todo fue un simple juego para ella –Soltó de golpe sorprendiéndose a sí mismo. Simon Silbó mientras se cruzaba de brazos pensativamente –Y ella es once años menor que yo.

Simon volvió a silbar.

-Pues, ¿Qué tiene? Deberías de perseguirla o que se yo. No es como si la diferencia de edad importara realmente.

Frederic lo fulminó con la mirada.

-Además, la chica en cuestión es la hermana pequeña de mi jefe –Concluyó. La mandíbula de Simon cayó.

-Ok –Dijo –Olvida el asunto, porque es totalmente un desgraciado caso perdido.

Él arqueó una ceja.

-¿No estabas hace unos momentos dándome ánimos?

-Eso fue antes de saber que estábamos hablando de Marissa… Por todos los santos, Fred ¿En qué demonios te has metido, pregunto yo?

La tarde pasó rápido, para agradecimiento d Frederic. Logró sonsacarle a Paul la ubicación de la universidad de Marissa, poniendo como escusa que tenía la necesidad de darle un recado por parte de Leo. Gracias al cielo, Paul no había mostrado resistencia, casi Frederic estaba agradecido con el hombre. Marissa y Paul tenían una rara y estrecha amistad, en donde él era como una especie de hermano para ella.

A la mañana siguiente, aparcó el automóvil frente a la universidad y apagó el motor mientras encendía un cigarrillo y aspiraba el aire con fuerza. Hace mucho tiempo que no fumaba, pero la ansiedad le había ganado.

Un vaso con café del Starbuck’s más cercano, reposaba en el portavasos al lado del cambio de velocidad. Agudizó la vista cuando los jóvenes comenzaron a entrar a la universidad. Le hicieron recordar los días en los que también estudiaba para graduarse en educación. Se desesperó con la nostalgia invadiendo su corazón… Tal vez, si él fuera todavía uno de esos jovenzuelos entre los veinte y los veinticinco años, las cosas no serían tan difíciles entre él y Marissa.

Necesitaba decirle que la amaba, tal cual como el aire que respiraba. Hacérselo ver y buscar las formas de que ella lo aceptara. Ya hablaría después con su jefe y hacerle ver que tenía limpias intenciones de una relación completamente seria con ella.

Rió amargamente, ni en un millón de años esperó verse tan patético como en ese momento. Totalmente desesperado por una mujer.

Entonces la vio.

Marissa llevaba un abrigo largo de color blanco, una falda negra a medio muslo y medias blancas que se perdían al inicio de sus botas a la mitad de la pantorrilla. Sus oscuros cabellos estaban sujetos en lo alto de su cabeza, por una prensa para cabello que dejaba caer algunos rizos alrededor de su aniñada y hermosa cara. Un suspiro de satisfacción se escapó de sus labios al hallarla sana y salva. Por lo menos hasta que clavó la vista en el acompañante de la mujer que consideraba suya.

EL chico la observaba embobado, casi como si Marissa no llevara absolutamente nada de ropa encima. La rabia se coló por sus venas en cuanto él le dijo algo y ella sonrió. Esa sonrisa, solo podía ser suya. Marissa no debía sonreírle a nadie más que no fuera él mismo.

Abriendo la puertezuela de golpe, fue consciente de las miradas fascinadas de las mujeres y las intimidadas de los hombres.

-¡Marissa! –Exclamó, haciendo que ella se detuviera de golpe y que al observarlo abriera sus ojos oscuros, sorprendida. Frederic observó al chico a su lado con expresión fulminante -¡Tu! ¡Piérdete! –Rugió y el chico no se hizo de rogar, un segundo y ya estaba a tres metros de distancia.

Tomando a Marissa con brusquedad por el brazo, la llevó a rastras detrás del edificio, fuera de las miradas curiosas de los estudiantes.

-¿Qué haces? ¡Suéltame, me haces daño! –Exclamó zafándose de su agarre y retrocediendo un par de pasos. Los ojos de Marissa estaban entrecerrados.

-¡¿Así que esto era?! –Preguntó en un grito enojado sobresaltándola -¿Te encanta seducir a los hombres, no es así?

-¿De qué demonios hablas, Frederic? –Preguntó con expresión de desentendimiento.

-¡De que te divierte seducir a los hombres, obviamente! Y cuando por fin vez que ellos caen en tus redes, vas y decides ignorarlos ¿Quién era ese chico? ¿Tú última conquista? ¿Tu nueva pareja sexual? ¡Te comportas como una zorra!

El estruendoso sonido que invadió el lugar, dio a entender que ella le había propinado una bofetada en defensa a los hirientes insultos que salían de su boca sin piedad.

-¡No me hables así! Porque ambos sabemos que mi virginidad se fue en tus manos detrás de ese callejón –Las lágrimas inundaron los oscuros ojos de ella y el dolor estaba apoderándose con lentitud de su precioso rostro -¿Cómo puedes decir eso, Frederic? ¡No se trataba del sexo! En ningún momento fue así. ¡Lo quería porque lo compartiría contigo! –Sollozo ella -¿Acaso no eras tú el que me seducía con esas miradas en el bar? Cada vez que te observaba de reojo, te encontraba mirándome de una manera en que nadie más me había visto antes, y mi cuerpo solo respondía en torno al tuyo.

Él, sorprendido abrió la boca, pero ella lo detuvo con una seña para que le dejara continuar.

-Estuve tres noches seguidas sin dormir, después de esa noche –Aseguró Marissa -¡Y cuando me abrazaste y besaste el día de la cena! ¡Dios! Entendí que me había enamorado de un hombre que lo único que sabía de él era su nombre, apellido, que tenía treinta años y que trabajaba para mi hermano mayor. Y luego, después de que me visitaras y estuviéramos juntos, espere que me llamaras o que enviaras algún mensaje. No me resistí y al día siguiente te llame… ¡Pero fuiste tan cruel y encima estabas con otra mujer!

-¡Es mi trabajo!

-Me importa una mierda –Lloró ella amargamente -¿Cómo esperas que me sienta luego que saber que el hombre al que amo y con el cual había estado, al día siguiente de nuestro encuentro este con otra mujer? ¡Tú nunca me tomaste enserio! Y yo aun así, sigo siendo tan idiota y sigo amándote tanto como para entregarme a ti de nuevo si me lo pidieras… Después de todo… ¿No es esa la única manera en que puedo tenerte para mí?

La respiración de ella terminó entrecortada por el esfuerzo de su discurso y los jadeos que surgieron de sus labios. Frederic la observó fijamente antes de acercarse a ella.

-Marissa…

-¡No! ¡No te me acerques! –Exclamó ella alejándose bruscamente. Pero él la atrapó y la abrazó contra su cuerpo.

-Pensaba que iba a volverme loco sin ti –Susurró a su oído, haciendo que el cuerpo de ella se estremeciera –Yo también estuve tres noches sin pegar el ojo después de nuestro primer encuentro; también espere un mensaje tuyo esa noche y te necesite tanto todo este tiempo, Marissa. Te he amado con silenciosa locura a pesar de que todo mi ser quería gritarlo, yo no sabía porque me sentía así, hasta después de haber estado juntos por primera vez. Cuando no respondías el móvil me sentí en el mismísimo infierno… pensé que solo había sido un juego para ti, mientras que para mí había sido lo más grandioso que me había sucedido en toda la vida.

-Pero tú eres un acompañante –Susurró ella quedamente, con el rostro oculto en su pecho. Frederic la obligó a alzar la vista y limpió con los pulgares cada una de las cristalinas lágrimas que se escapaban de sus ojos.

-Lo dejare –Dijo –Estoy dispuesto a hacer lo que sea por ti, Marissa. Pero por favor, no te atrevas a dejarme porque eso me destrozaría hasta acabar conmigo. Como la más dolorosa y letal de las muertes.

Marissa sonrió para él.

-Te amo, Frederic. Te he amado desde que nuestros ojos se encontraron por primera vez.

Él pensó lo mismo cuando volvió a atraerla contra su cuerpo. Las gotas de lluvia comenzaron a descender pero ninguno de los dos se movió. Pensando que esa hermosa ilusión desaparecería en el momento menos esperado.

Cerrando los ojos, Frederic besó la frente de ella con suavidad.

El juego de la seducción. Aun me pregunto… ¿Quién fue el que sedujo a quien?