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Nada por ahora
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Capítulo II

Capítulo II

Estaba helando, a pesar que aún no llegaba el invierno. Aaron ajustó la bufanda color café, a los músculos de su cuello y luego suspiró mientras se recostaba de uno de los pilares de la entrada del instituto en el que él mismo había estudiado años atrás.

Le traía nostalgia, a sus veintiún años de edad.

El reloj de su muñeca marcaba cerca de las cinco de la tarde y justo cuando la aguja marcó la hora exacta, no se sorprendió por el sonido de la campana.

Ahogó una pequeña risa cuando hileras de estudiantes comenzaron a salir por las puertas, ignorando su presencia, que de vez en cuando era bastante normal que estuviera allí.

Una cabellera oscura ligeramente despeinada y un andar tan conocido, llamó su atención.

—¡Kyle! —Dijo sin poder contenerse. Enseguida un par de ojos color olivo, tan rasgados y extraños le devolvieron la vista. Su amigo, tenía una contextura alta y atlética, y un rostro, que a pesar de sus dieciocho años parecía no dejar los rastros de juventud en sus rasgos, lo que le agregaba atractivo en cierta manera.

Él le sonrió ligeramente en forma de saludo antes de acercarse a paso lento.

—Hacía tiempo que no venias.

Aaron sonrió avergonzado, mientras negaba con la cabeza y le seguía el paso por el sendero de piedra que llevaba a la salida de Wilston High School.

No iba a decirle la verdad del porque estaba allí, cuando hace solo dos semanas había prometido dejar de venir. Instintivamente se llevó la mano al costado, donde le dolía ciertamente, por el golpe recibido hace una hora.

De nuevo se había involucrado en una pelea.

Y de nuevo había sido por una mujer a la que no conocía, pero que declaraba estar total y perdidamente enamorada de él.

Lo que lo llevó a una seria, desagradable y fría discusión –que incluyeron patadas y puñetazos en el rostro del tipo- que concluyó con una pequeña herida en su brazo.

…Que dolía como los mil demonios…

Miró de reojo a Kyle, quien se había detenido a su frente.

—Sí, algo —Admitió con pesadez, encogiéndose de hombros —¿Cómo ha estado la reunión de la mañana con tu ogro?

El recuerdo tajo consigo un tic al ojo izquierdo de Kyle, seguido por un gruñido resentido que lo hizo sonreír para sus adentros. No fue necesario que respondiera, ya que con solo esas reacciones, Aaron obtenía sus propias ideas y respuestas.

—Ese viejo… No sabe nada de mí y aún así se siente con la capacidad de joder mi existencia con sus charlas y demás —Aaron se cruzó de brazos y negó con la cabeza intentando parecer afligido por lo sucedido. Acto que solo ganó un fulminamiento con la mirada, por parte de Kyle, cuando sin desearlo se le escapó una sonrisa.

A su alrededor, los estudiantes ya habían salido por completo del instituto.

—Pensaba que el profesor Morgan tenía veintiséis años.

Kyle chistó.

—Para mí es un viejo lunático, nada más.

Su amigo apretó la correa de su bolso mientras comenzaba a andar. Era algo nostálgico el caminar por ese lugar de nuevo. Los amplios jardines y la zona donde sus pies tocaban, era de piedra hasta llegar a la puerta de salida con el logo de la academia.

Mientras caminaban, todo se veía completamente solo. Los estudiantes se habían ido sin que él se percatara, y estaba seguro que solo se quedarían aquellos que pertenecieran a algún club.

Cerca de donde estaban, había una laguna, tal vez demasiado grande para sus propios gustos. La misma laguna a la que se había sentado a observar innumerables veces en sus épocas de estudiante en Wilston High School.

—Es un viejo lunático… ¿Por qué intenta ayudarte a que elijas una carrera decente? —Preguntó para acabar con ese incomodo silencio que se había instalado entre ambos.

—No, no es eso, es… —Kyle se paró de golpe antes que pudiera continuar y observó fijamente a la nada. Aaron ladeó la cabeza ante su pausa repentina y observó con fijeza al frente.

Era la escena más tétrica que hubiera visto. Había cuatro chicas; tres de ellas parecían jugar a molestar a la cuarta. No era exactamente el tipo de juegos a la que estaba tan acostumbrado a observar, sino algo mucho más cruel. Podía oír las risas burlonas desde el sitio donde se encontraban y veía fijamente el rostro entre triste y resistente de la joven, que luchaba con fuerzas por recuperar un cuaderno que le había sido arrebatado.

Aaron sintió los músculos de su cuerpo moverse para ir en su ayuda, cuando el cuaderno fue lanzado sin piedad hasta caer en el estanque. Lo siguiente que sucedió fue que las jóvenes que habían lanzado el cuaderno, se fueron riendo despiadadamente.

Y la chica se acercó corriendo con horror vislumbrado en su rostro, hasta la baranda.

—¡Mis partituras! —La oyó exclamar. Tenía el cabello castaño, cuidadosamente cortado un poco más arriba del nivel de los hombros; su rostro era perfilado y muy mono… Pero sin llegar a ser extremadamente hermoso. Vestía el uniforme femenino reglamentario de Wilston High School. Su medida no llegaría ni al metro sesenta, pero algo en ella despertaba unos banales y fraternales instintos de protección.

Se veía tan angustiada, que con ganas asesinas, deseó ir en busca de aquellas chicas y acabar con ellas.

Miró de reojo hacia Kyle, descubriendo que se había movido de su lugar. Cuando sorprendido volvió a mirar hacia la chica, descubrió a su amigo saltando por la baranda.

Soltó una maldición y se acercó para verlo nadar en busca del cuaderno de ella.

La chica tenía los ojos abiertos de par en par, en un breve estado de shock por lo acontecido. Y su expresión se había ablandado por una extraña preocupación en cuanto el primer minuto corrió y Kyle todavía no salía de debajo del agua.

Era extraño, haber visto esa actitud en su amigo, por una mujer. Por una mujer… ¿Tenía interés en ella?

Eso lo hizo parpadear. Que una chica despertara el interés de su amigo, era bastante extraño.

Como era de esperarse, en unos momentos más, Kyle no tardó en salir a la superficie completamente mojado y con la respiración agitada por el frío.

Caminando despacio, se acercó a ella y le tendió las partituras con una de sus manos, mientras que con la otra intentaba deshacerse del agua que cubría su cara.

Ella parpadeó y pareció algo indispuesta, entonces extendió la mano y tomó el cuaderno que Kyle le tendía. Aaron notó como sus mejillas se encendían ligeramente, dándole un aspecto bastante dulce.

—G-Gracias —Tartamudeó avergonzada observando fijamente y con culpabilidad, la ropa mojada de él —. Lo siento.

Aaron miró fijamente a Kyle, quien aún luchaba por secar su rostro. Observaba como él analizaba con suspicacia a la joven frente a ellos… Ella buscó en su bolsillo y sacó un pañuelo, para su propia sorpresa y la de Kyle, extendió su mano y comenzó a secar la mejilla empapada de él.

—¡Chelsea! —Una voz femenina llegó de la nada. La chica, que debía de ser Chelsea, se separó unos pasos aún con el pañuelo en la mano y clavó la vista en el camino. Otra joven apareció de la nada, también vestía el uniforme reglamentario. Era una criatura hermosa, que lo hizo parpadear extrañado, sintiendo como si sus ojos hubieran sido vilmente engañados. Tenía el cabello rojo caoba, que llegaba hasta su cintura ondulándose al compás de unos elegantes, sofisticados y extravagantemente sensuales movimientos. Unos enormes ojos verdes lo observaron a él y luego cambiaron de dirección hacia Chelsea, y a la final a Kyle. Su rostro estaba cincelado con cuidado, sus mejillas rojas y sus labios de un raro tono frambuesa; arrugó la frente y se acercó, para plantar una bofetada en la cara de Kyle.

Aaron retrocedió dos pasos sorprendido por la acción.

La recién llegada colocó sus brazos alrededor de Chelsea, en modo protector y los miró a ambos con enojo.

—¿Cómo demonios pueden molestar a una pobre chica? ¡Son unos imbéciles!

Chelsea a su lado se estremeció horrorizada por el gesto y su rostro empalideció instantáneamente.

—¡Alyssa! —Exclamó —. Pero si él ha salvado mis partituras ¡¿Por qué le has pegado?!

Alyssa parpadeó dos veces, entonces su rostro se relajó al igual que su cuerpo y su mirada se tornó avergonzada, mientras observaba boqueando a Chelsea y luego a Kyle.

—Eh… Yo… Yo pensaba que… —Comenzó a decir antes que su rostro se tornara rojo por la vergüenza —Discúlpenme.

Kyle estaba en un estado de estupor, con la cara aun de lado por la fuerza de la bofetada y sus ojos abiertos de par en par. Su amigo respiró con fuerza y apretó la mandíbula antes de dar una mirada intimidante, llena de sorpresa, furia y odio.

—De haberlo sabido dejo que sus partituras se ahoguen.

Los ojos de Alyssa se abrieron de golpe y su ceño se frunció de nuevo con enojo.

—¡Ja! Ya me disculpe contigo, chico idiota —La pelirroja apretó aun más sus brazos alrededor de Chelsea quien se veía ciertamente sofocada. Esta acción pareció molestar aún más a Kyle.

—Joder… —Masculló en voz baja —Mejor vámonos antes que pesque un resfriado por imbécil.

Aaron asintió dándole una última mirada de reojo a ambas jóvenes antes de comenzar a seguir los pasos de su amigo.

Kyle había dejado sus manos dentro de los bolsillos y aunque a simple vista no lo pareciera, Aaron sabía que él estaba tenso por lo acontecido.

—¡E-Espera! —La voz de Chelsea los hizo darse vuelta a ambos. La chica se había separado de la pelirroja y los observaba a ambos con incertidumbre y algo de apesumbramiento —Esperen aquí, por favor.

Entonces se dio vuelta y comenzó a correr en dirección al instituto.

—¡Chels! —Alyssa parecía sorprendida y parpadeaba sin cesar, hasta que la figura de la castaña desapareció por la puerta del edificio.

Aaron clavó de nuevo la vista en Kyle, quien parecía debatirse entre largarse de allí o esperar a la muchacha. A la final soltó un suspiro y se sentó en la hierba.

Parpadeó y se encargó de observar de reojo a Alyssa. Su largo cabello rojizo parecía bailar una extraña danza, y siguiendo los exóticos movimientos de la brisa. Sus ojos verdes estaban clavados por completo en la puerta del instituto, esperando la aparición de Chelsea.

Era una belleza, sin duda alguna.

La chica suspiró y desvió la vista de la puerta. En un segundo sus ojos se cruzaron, y para su propia extrañeza, causó que algunas chispas saltaran dentro de su estomago.

Ella entrecerró sus ojos en dirección a él antes de volver a mirar fijamente a Kyle.

—Oye… Ya te he dicho que lo siento ¿Vale? —Se cruzó de brazos y sus ojos se oscurecieron con una extraña furia —Es normal que la molesten. Demasiado normal… Por esa razón, a simple vista creía que eso era lo que sucedía. No medí mis acciones, discúlpame.

Kyle simplemente guardó silencio y se encogió de hombros, mientras los segundos pasaban sin que ninguno de los tres se atreviera a hablar.

El silencio lo incomodaba, pero no sabía por dónde llevar una conversación.

Sentía un extraño miedo, de decir algo que pudiera disgustar a la chica que tenía en frente. Algo que le hiciera pensar que era un idiota.

Era un crudo miedo, influenciado por la intimidante belleza de Alyssa.

Enseguida una respiración entrecortada llamó su atención. Por el camino, se acercaba Chelsea corriendo a lo más que le daban sus piernas.

En cuanto llegó, se apoyó de Alyssa unos segundos jadeante y después se acercó a Kyle y le tendió una toalla blanca.

—L-Lo siento… —Tartamudeó —No tengo ropa para que te cambies… P-Pero puedes secarte con ella.

Alyssa parpadeó sorprendida.

—¿De dónde has sacado esa toalla?

—De mi casillero… —Respondió mordiéndose el labio —La última vez me han lanzad un vaso de agua helada… Así que es bueno estar preparada para todo —Chels volvió a observar con algo de timidez hacia Kyle, esperando a que este tomara la toalla.

Kyle se levantó y tomó la toalla parpadeando. Aaron contuvo una risa, por el rostro de su amigo, diría que no sabía cómo reaccionar ante tal acción por parte de la chica.

—Gracias —Dijo en un tono de voz bajo.

Se sentía algo extraño observar esa escena.

Las esquinas de los labios de Chelsea, se elevaron ligeramente, en un asomo de sonrisa, que pareció helar tanto a Alyssa como a Kyle.

—Gracias a ti por rescatar mis partituras… —Ella hizo una pequeña inclinación con su cabeza luego, le dirigió una mirada a Aaron y se despidió con los ojos caminando hasta Alyssa.

—¿nos vamos? —La pelirroja parpadeó y luego los observó a ambos, regalando una enorme sonrisa —Hasta luego.

—Se ha corrido la tinta de las partituras —Decía Chelsea mientras caminaba el trayecto por el sendero hacia las puertas del instituto —Noelle se enojará.

—No lo hará si se lo explicas, además yo…

Sus voces se perdieron a medida que se alejaban.

No podía dejar de observarlas a ambas, mientras desaparecían. Sus espaldas y las curvas de sus cuerpos siendo abrazadas por el uniforme del instituto. Había algo extraño en ambas… Algo que levantaba su curiosidad.

Ladeó el rostro y analizó el largo cabello pelirrojo, que seguía el constante movimiento del cuerpo de su dueña.

—Si vas a decirme que es hermosa, cortaré tu cabeza sin remordimiento —La voz de Kyle lo sacó de golpe de su ensoñación. Él secaba sus cabellos con la toalla de Chelsea —Me canso de oír lo mismo, todos los días, todas las horas que dura el instituto.

Esa afirmación lo hizo sonreír.

—No —Admitió negando con la cabeza y comenzando a caminar —Yo realmente iba a decirte que, es una linda chica, tu novia.

Los ojos de Kyle se abrieron como platos y su rostro empalideció, seguido por un ligero rubor en sus mejillas.

—¡Novia nada! —Exclamó dándose vuelta y comenzando a caminar —Mueve tú trasero, que quiero llegar a casa antes de pescar un resfriado.

Rió y dio una última mirada a la puerta por donde ellas habían desaparecido.

¿Por qué?... Esas chicas tenían un aire tan triste y misterioso, que hacía que su cuerpo se estremeciera por un extraño frío.

Negó con la cabeza, mientras retomaba su caminata, siguiendo los pasos de Kyle.

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Capítulo I

Capítulo I

Los lunes eran los peores días de las semanas. En especial los lunes, algo temprano en la mañana, cuando el profesor que se encargaba del área vocacional, lo llamaba sin falta a su oficina para una reunión temprana.

El profesor de música, Jake Morgan, era una verdadera piedra en el zapato. Tenía el cabello negro, ni muy corto así como tampoco largo y unos vaporosos ojos color marrón oscuro que podrían fácilmente confundirse con el negro.

Era la sensación entre las estudiantes femeninas de Wilston High School. Un instituto algo caro, en el que se les permitían las becas a estudiantes prodigios. Como por ejemplo a él mismo.

—Deja de jugar con mi lápiz, Kyle —Jake le golpeó ligeramente la mano, haciéndolo soltar el objeto y dejándolo caer en el escritorio.

Su despacho era amplio, con ventanales cubiertas por cortinas de color crema. El escritorio era de madera de roble, en un tono oscuro y había una pequeña estantería de libros en el mismo tono, con algunos que otros trofeos de música.

Era algo molesto que fuera en tonos pasteles. Si fuera por él, lo hubiese pintado de negro o de un azul oscuro.

—Como quieras —Dijo encogiéndose de hombros y recostando completamente la espalda de la silla.

Jake frunció el ceño en su dirección y se cruzó de brazos dejando escapar un suspiro.

—No creas que a mí me gusta reunirme contigo todos los lunes en las mañanas —Admitió llevando su mano a sus ojos y frotándolos con cuidado —. Ver tu cara me irrita.

Eso arrancó una sonrisa de sus labios.

—El sentimiento es mutuo, profesor.

Enseguida, un silencio se hizo espacio entre ambos.

—¿Sabes ya en qué universidad entrar? ¿La carrera que deseas estudiar? —La misma pregunta, de todos los lunes en la mañana.

—Llevare a mi banda al estrellato, eso es lo único en lo que puedo pensar —Y la misma respuesta obtenida.

Un tic se hizo espacio en el ojo derecho de su profesor.

—¡¿Cómo demonios puedes ser tan terco?! —Le gritó enojado —. Siempre escucho lo mismo, cada vez que te pregunto ¿Qué eres estúpido? No puedes lanzar tu vida por la borda, solo por una maldita banda que quizás jamás verá la luz del día.

Kyle se levantó de la silla, completamente enojado y con amenazas de golpearlo en la cara.

—Se supone que eres mi orientador —Siseó, algo dolido por sus palabras y disfrazando su tono con un veneno latente por sus venas —. Deberías apoyarme, no desalentarme.

—Te apoyo —Jake lo observó fijamente indicándole que se sentara de nuevo, pero como ambos sabían, no volvería a tomar asiento —. Porque tienes mi apoyo es que necesito sacar ideas idiotas de tu cabeza. Kyle, tienes que comprender que esa banda no te llevará a ningún lugar.

Chistó mientras lo fulminaba con la mirada, dejo sus manos dentro de los bolsillos del pantalón de su uniforme y se dio la vuelta.

—Lo que haga o deje de hacer, realmente no tiene nada que ver contigo. No te metas.

Como era de esperarse, Jake no intentó detenerlo. Nunca lo intentaba y no parecía dispuesto a intervenir… Cosa por lo que él agradecía en silencio.

Odiaba cuando su profesor comenzaba a decir chorradas respecto a la banda; él realmente sabía aguantarse cada sesión del lunes en la mañana, pero no evitaba molestarse cuando Jake salía de sus casillas y iniciaba una retahíla de idiotas frases psicoanalíticas.

Caminó por el pasillo frunciendo la frente con enojo, y amenazando con la mirada a cualquiera que se atreviera a observarlo. Para él, era normal un escándalo de vez en cuando.

Y más cuando las chicas idiotas, se arrinconaban y susurraban cosas cuando creían que él no las oía.

Como por ejemplo en ese momento.

—¡Kyle!

Oh, Joder…

El cabello color arena de Karen Dindson, se tambaleaba con el movimiento de sus caderas. La falda color oscuro del uniforme, le llegaba a medio muslo y las medias negras subían hasta sus pantorrillas. Cualquier hombre diría que Karen era una belleza, con su tez bronceada y sus ojos entre verdes y marrones.

Pero él sabía la verdad… Era un verdadero fastidio.

Ella avanzó y se colgó confiadamente de su brazo, haciendo que soltara un gruñido que expresaba su molestia.

—Suéltame —Sentenció enojado.

Karen fue prudente por primera vez en su vida, y se alejó de él unos cuantos pasos, con expresión nerviosa.

—¿Cómo puedes comportarte así con tu novia?

Él rodó los ojos.

—No eres mi novia.

—Lo soy —Los ojos de ella relampaguearon con furia —O se te olvidó que lo hicimos hace dos noches, detrás del club.

Esa afirmación lo hizo reír con ironía. Caminó intentando ignorarla, pero sin poder contener su respuesta.

—Estaba ebrio, Karen —Dijo con crueldad. Y era verdad, simplemente había estado noqueado y no había sabido medir sus acciones. Si hubiese estado en sus cabales en ese momento, habría sabido mantener las distancias con ella.

Karen era solo un peso en los hombros. Era demasiado caprichosa y egoísta, y desde luego, no sabía contener sus actos hasta el punto de dañar a todos los que la rodeaban.

—¡No puedo creer que dijeras eso, Kyle Hastings! —Le gritó siguiéndole el paso —¡Tú me amas!

Él se detuvo y entrecerró sus ojos totalmente enojado.

—No digas idioteces —Habló en un tono de voz bajo, sin muchas ganas de armar una escena con ella —Yo no amo a nadie, y si lo hiciera, te aseguro aquí mismo que no sería a alguien tan superficial como tú.

El rostro de Karen empalideció totalmente, y por un momento sus ojos se desorbitaron antes de encenderse con furia y con una promesa que él no deseaba descifrar.

—¡Hastings! –La voz de Michael Flym, uno de sus compañeros del aula, lo hizo suspirar de alivio por la interrupción de su conversación con Karen. El joven alto y atlético de cabellos rubios oscuros y ojos azules, le devolvió la mirada y sonrió cortésmente hacia Karen.

Rodó los ojos cuando la muchacha le devolvió la sonrisa coquetamente, en un vago intento de conquista, que fue olímpicamente ignorado.

—Michael —Saludó inclinando su cabeza.

El rubio pasó completamente de Karen y se concentró en él.

—Lastima que no te pasaras hoy por la sinfónica —Le dijo con expresión decaída —. Te perdiste de la práctica de Alyssa.

Su compañero estaba en la sinfónica, con el instrumento del chelo. El nombre de Alyssa Benington no le pareció tan anormal… Era bastante común oírlo durante todo el día y por cada pasillo del instituto.

Karen resopló fastidiada.

—Esa estúpida, es una creída nada más —Murmuró, de manera que solo él fuera capaz de oírla. Ella se cruzó de brazos frunciendo el ceño al ver que la conversación giraba en torno a la princesa de Wilston High School y no alrededor de ella.

Prácticamente se dispuso a darle la espalda, cuando algo en el pasillo llamó su atención. Abrió los ojos de par en par cuando notó algo que era bastante común también.

Como siempre, Chelsea Johanssen, estaba rodeada de un grupo de chicas. Que parecían burlarse de ella.

Johanssen siempre llevaba una máscara fría por rostro y parecía ignorar cada una de las burlas y amenazas recibidas, lo que conseguía avivar aun más el fuego de odio por parte de ellas. Kyle jamás había logrado entender, porque esa chica, tan pálida, delgada y visiblemente frágil, podría ganarse tanto odio por parte de varias jóvenes.

Michael y Karen también clavaron la vista con interés en el suceso. Karen rió sarcásticamente y observó lo acontecido con diversión.

—Es una imbécil —Dijo con voz llena de resentimiento —Además que es un tonta malcriada y que le encanta ofender a los demás, nunca hace nada para defenderse.

Apretó los puños a ambos lados de su cuerpo, por el trato que recibía Chelsea. Entonces las tres chicas la empujaron haciendo que cayera sentada en el suelo y que sus libros cayeran con ella.

Risas crueles invadieron el pasillo. Risas llenas de burlas, que lo dejaron helado y que luego lo llenaron de determinación y odio hacia todas aquellas personas, en cuanto la chica que estaba en el suelo bajo la vista buscando algo de dignidad para recoger sus cuadernos.

No se dio cuenta que tanto él como Michael se habían aproximado hacia las tres chicas y Chelsea, con intenciones de defenderla, hasta que aparecieron dos nuevas figuras.

—¿Tienes algún problema, imbécil? —Los cabellos rubios de la chica caían en ondulaciones sobre su espalda hasta su cintura. El uniforme a su medida y con la falda un poco más larga que el medio muslo. Sus ojos color ámbar brillaban llenos de fuego y odio hacia las tres jóvenes que molestaban a Chelsea —Avisaré de esto al profesor auxiliar, y les esperara un precioso castigo a las tres.

Noelle Travis. La imponente muchacha, presidenta de la sinfónica. Poseía un rostro de ángel y una voluntad de hierro, así como también era la chica más hermosa en el instituto, después de la mismísima princesa.

Noelle se cruzó de brazos y las tres chicas, nerviosas, se dieron vuelta y corrieron en dirección contraria.

A nadie le sorprendía esa escena, y más aun cuando otra chica llamó aun más la atención. Alyssa Benington se arrodilló al lado de Chelsea y le ayudó a levantar todos sus libros.

Tenía su largo cabello color rojo vino sujeto en una cola alta. Sus rasgados ojos verdes, eran tan sigilosos y juguetones como los de un gato, y su cuerpo era cuidadosamente moldeado por el uniforme reglamentario. Su tez era de un tono porcelana y los rasgos de su rostro, hacían suspirar a todos y cada uno de los chicos en el instituto. Era demasiado hermosa. Y a la vez demasiado misteriosa.

Kyle dejo de observar a la princesa de Wilston High School, para observar de nuevo a Chelsea. Parpadeó medianamente sorprendido al ver como su fría expresión se había ablandado ligeramente con la aparición de ambas chicas.

Los ojos color chocolate brillaban ligeramente agradecidos, y sus mejillas se encontraban sonrojadas por la expectación. Ella nunca sonreía, por lo que sabía y lo que había visto… Pero era capaz de poner una expresión inocente y llena de gratitud en su rostro. Los cabellos castaños, estaban cortados un poco más debajo de los hombros y las puntas se enroscaban en graciosos rizos.

Era difícil describir el cuerpo de ella, ya que siempre usaba el uniforme unas dos tallas más que la propia.

—¿Estás bien, Chels? —Preguntó Alyssa, levantándose y luego tendiéndole la mano para ayudarla a ponerse de pie.

—Lo estoy… —Dijo con voz baja, como si temiera ofender a alguien con su habla.

—Te he dicho que si te molestan, vayas a buscarnos o busques a un profesor —Suspiró Noelle, tendiéndole el último de los libros que estaban en el suelo.

Las tres se dieron vuelta y comenzaron a caminar al lado contrario de donde él se encontraba, mientras conversaban tranquilamente.

—Y allí van… —Suspiró Michael —Las tres señoritas prodigios de la sinfónica.

Él ladeó la cabeza.

Las tres genios de la música de Wilston High School. La pianista y directora, Noelle Travis. La violinista y encargada de las partituras, Chelsea Johansson. Y desde luego la corista y la chelista Alyssa Benington.

Aunque era extraño verlas juntas y más aún oírlas tocar una pieza en conjunto, cuando lo hacían, provocaban un extraño sabor en la boca. La música de las tres se complementaba entre sí.

Las tres jóvenes de dieciocho –Alyssa y Noelle- y diecisiete –Chelsea-, no tardaron en desaparecer por una de las puertas, ignorando la mirada de todos los demás estudiantes.

—Vamos —Dijo a Michael, dispuesto a irse a su aula antes del comienzo de la siguiente clase.