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Nada por ahora
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Noche de vampiros...

Primero que nada, hola a todas aquellas chicas (O en dado caso, chicos) que me leen en este blog y que me han leído en otras partes. Antes que todo, deseaba saludarles y hacerles saber que si, aun sigo viva solo que tan ocupada (Créanme que hasta medula, estoy repleta de quehaceres y trabajos por el colegio) que no me ha dado el tiempo suficiente como para pasarme por aquí, por dios que ya ni al messenger entro…

El punto es, que vengo a informarles las razones de mi desaparición y el hecho de que pronto retomare de nuevo mis proyectos de los cuales me había alejado un poco hace ya algunos meses, como lo habrán notado… Tengo el blog en el último estado de la decadencia, una verdadera tristeza para lo mucho que lo cuidaba hace un año.

Ok, además de informarles sobre eso vengo a dar una aclaratoria a aquellas personas que dejan comentarios sobre la misma pregunta que ya he aclarado muchas veces y que también lo coloque en las notas: No he podido acabar besos a medianoche. Simplemente eso… El no tener tiempo y tampoco inspiración no es una buena combinación para una escritora. Por eso mismo les ruego a todos mis lectores que me disculpen de todo corazón por esa falta.

Ya, la razón del título (Se que sería algo extraño viniendo de unas notas de autora) es que informo, que retomo la serie de los condenados para subirla al blog. Decidí que mejor no la publicaría en una editorial, tengo mis razones para ello, pero igual deseo acabarla por esa razón lo hare por medio de mi blog.

Progreso de mis historias
• 2do libro. El otro lado de la oscuridad: El progreso de esta novela va en conjunto con unas ampliaciones y correcciones que le estoy haciendo para mejorarla. Faltan unos capítulos y el epilogo para su finalización.
• 3er libro. Besos a medianoche: ¿Qué puedo decir? La tenia abandonada al concentrarme seriamente en la historia de Connor, así que recién la retome hace un par de días y hasta ahora solo llevo tres capítulos. Cuando cuelgue el link de la historia de Connor y avance un poco más en ella, prometo comenzar a colgarla por capítulos
• For You Only: Los chicos de esta historia (Kyle, Aaron y Jake), están algo sosos conmigo… pero igual trabajo en el capitulo cuatro para su pronta publicación. Estaba pensando, en pausarla cuando comenzara con la publicación de la historia de Alex, pero aun debo pensarlo un poco más.

Bueno, creo que eso es todo… Perdonen las molestias y el verdadero fastidio que debió haber sido aguantar toda esta palabrería. Pero a quienes se tomaron la molestia de leerme completo, se los agradezco y les mando un montón de besos y abrazos.

Un saludo y abrazo enorme,
Antonella.
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Capítulo III

Capítulo III

—Profesor Morgan.

Desvió la vista de los papeles que leía en ese momento, y aun con el vaso repletó de café burbujeante, tocando ligeramente sus labios, observó fijamente a la estudiante femenina que se acerca a él. Tenía los cabellos negro noche cortados en capas hasta sus hombros y unos enormes ojos azules, enmarcados por largas y oscuras pestañas. Alta y delgada, atraía las miradas hacia ella.

Intentó que sus músculos no se tensaran, y que su rostro se mantuviera relajado en una sonrisa cordial.

—¿Sucede algo? —Preguntó.

Las mejillas de la chica se tornaran rojas de la emoción y sus ojos brillaron con admiración.

Demonios… Y aquí vamos de nuevo.

—¿Irá hoy a la sinfónica? —Le preguntó ella con interés mientras seguía sus pasos a través del pasillo.

—En efecto —Aseguró de la forma más seca y ligera posible.

Mientras caminaba, dejo el vaso desechable a medio tomar de café, en una de las papeleras y las hojas que leía las guardó en el maletín que colgaba desde su hombro derecho. Siempre con la vista clavada en el frente, observándolo todo con indiferencia y con las miradas de los estudiantes fijas en él, siguiendo cada uno de sus imponentes pasos.

—Profesor yo…

Se detuvo de golpe, justo allí en medio del pasillo. Se dio vuelta ligeramente y clavó la vista en la joven, entrecerrando sus ojos con levedad.

—No salgo con mis estudiantes —Una negativa brusca que dio justo en el clavo. Lo supo cuando ella empalideció rápidamente y sus mejillas se encendieron de un rojo escarlata, por la vergüenza. Sus ojos azules se oscurecieron y boqueó unos segundos antes de darse vuelta y salir de allí siendo suprimida por la repentina timidez.

Suspiró aliviado en ese instante, mientras algunos estudiantes que habían observado el acontecimiento, cuchicheaban entre ellos.

Como siempre y para su propio fastidio, era el centro de atención de la tarde a la hora de la salida.

Otro intento desenfrenado de una jovencita por intentar conseguir una cita… Todo por un capricho.

Suspiró de nuevo esta vez retomando sus pasos a través del pasillo, desviando su mente hacia Kyle Hastings. Pensaba en cómo hacerle entrar en razón; si había alguna manera de que comprendiera que acabaría lanzando su propia vida por el desagüe.

—¿Lo has oído? El profesor Morgan acaba de rechazar a otra chica… —La molesta voz en susurros de otros estudiantes, de esos que se quedaban hasta tarde por las actividades del club, le hizo gruñir con molestia.

—Siempre rechaza a todas —Respondió otra voz en un murmullo que igual llegó a sus oídos.

Frunció el ceño e hizo oídos sordos mientras caminaba con imponencia por el lugar, hasta alcanzar el aula de la sinfónica.

Normalmente usaban el teatro para obtener más espacio, pero en esta ocasión solo se hallaban tres integrantes y por lo tanto habían decidido tomar el aula de música.

Se quedó en silencio en la puerta, observando cada uno de sus movimientos.

Chelsea, Alyssa y Noelle. Tres prodigios en sus respectivos instrumentos.

Sus ojos se clavaron primero en la joven castaña que tocaba el violín cuidando cada una de sus notas y con expresión concentrada. Llevaba el uniforme cerca de una talla –tal vez dos- más grande que la propia. La falda de cuadros escoceses en tonos verdes y azules, le llegaba a la rodilla con exactitud. Las facciones de su rostro, normalmente frías e inquebrantables, parecían quebrarse en mil pedazos cuando comenzaba a tocar el violín y eran sustituidas por una paz exterior que lo afectaba a él mismo.

Cambió de objetivo hasta alcanzar a la joven sentada en una silla, guiando con sus finos y elegantes dedos el arco del cello. Su música era hermosa y estaba llena de una rara melancolía, mientras sus cabellos rojos como el fuego estaban recogidos en una cola alta, dejando escapar unos cuantos mechones que acariciaban con delicadeza su rostro, semejante al de un mismo ángel. Alta y delgada, su rostro expresaba una emoción indescriptible mientras tocaba. Una emoción que enternecía su corazón de la misma manera que su belleza impresionaba al resto. Su uniforme, a diferencia de la castaña, estaba más adaptado a su figura.

Por último, su mirada viajo hasta la chica de cabellera rubia. Los mechones rozaban su espalda baja y se movían con gracia mientras sus dedos seguían el ritmo de la música en sus partituras. Ella estaba con la vista fija en las teclas y de vez en cuando sus ojos subían buscando las notas. Su rostro se veía distante y entregado el movimiento de sus dedos sobre el piano.

No pudo hacer más que recostar su cuerpo del marco de la puerta, mientras sus ojos la buscaban a ella y analizaban cada rasgo de su figura cubierta por la ropa del instituto, en colores azules y verdes y con pequeños adornillos que sacaban de sus casillas a la mitad de los profesores.

Noelle Travis. La perfecta chica rubia de ojos ámbares, con aspecto de ángel caído y personalidad de los mil demonios.

Demasiado demócrata; muy protectora y con un carácter capaz de enloquecer a cualquier persona sobre la faz de la tierra.

Pero apenas se sentaba en ese banquillo, se llenaba de una cálida determinación que sorprendería a cualquiera.

Las tres tocaban una adaptación instrumental y clásica de “For Elise”[1], seguramente adaptada con la ayuda de Chelsea. La chica era capaz de adaptar cualquier canción usando solamente sus oídos y mucha concentración… Un talento extraño y fascinante que lo había tomado por sorpresa en cuanto supo de él.

Era extraño verlas tocar a las tres juntas y encima solas.

Normalmente solo se les veía juntas en la sinfónica y con un grupo determinado de integrantes rodeándolas.

Volvió a clavar la vista en Noelle, mientras buscaba ciegamente con su mano, la cajeta de cigarrillos.

Tomó uno y lo encendió dando una profunda calada aun observando a las tres tocar.

—Travis —Habló, sobresaltándolas y haciendo que tres pares de ojos se clavaran en él fijamente —Estás perdiendo el ritmo de tus compañeras. Están formando un conjunto de tríos, debes aprender a escuchar y no siempre comportarte como líder.

Los ojos de Noelle se abrieron primero absortos y sorprendidos, para luego entrecerrarse llenos de un sentimiento muy parecido a la rabia.

—Anda… —Su voz resonó en la habitación mostrando su enojo mientras se cruzaba de brazos. Sus ojos ambarinos le devolvían la vista, mientras su corazón saltó por un momento, haciendo que se enojara por la repentina reacción de su cuerpo —¿Alguien ha pedido su opinión, profesor?

—Solo intento ayudarte a mejorar tus mediocres movimientos como pianista.

Mentira. No es eso. Estas mintiendo.

El rostro de Noelle, empalideció. Su expresión era de dolor por sus palabras que repentinamente cambió a una llena de furia y frustración.

La verdad… Cruda verdad era que no sabía que escusa podría darle para estar a su lado. Todo lo que se le ocurría acabaría dañándola… ¿Por qué era tan inútil?

Ella tomó las partituras entre sus manos y se las arrojó con sus ojos brillando, llenos de un odio que le heló la sangre. Chelsea y Alyssa observaban igual de congeladas el intercambio, ambas jóvenes desviaron la vista de lo acontecido

—Me importa muy poco lo que opines —Prácticamente le gritó en su cara —¿Sabes? Por mí puedes irte al infierno. Estoy harta de que intentes destruir mi autoestima con tus poco agradables comentarios.

Sintió como su estomago se estrujaba de mala manera, sintiendo un raro escozor en su pecho. Elevó las esquinas de sus labios en una sonrisa llena de sarcasmo e ironía mientras levantaba un par de partituras del suelo.

—Es sorprendente como cambian las personas —Rió observándola con frialdad, negándose a dejarle ver su tristeza —Hace dos año no hubieses dicho lo mismo.

Por un momento disfrutó el verla empalidecer, pero al siguiente comprendió que se había pasado de la raya cuando sus ojos brillaron por las lágrimas que amenazaban con dejar sus ojos.

—Hace dos año… —Ella observó la habitación con ironía —…No sabía que podrías llegar a ser un verdadero cabrón.

Sus cabellos se movieron al compás de sus pasos mientras pasaba por su lado y salía de la habitación. Alyssa y Chelsea pasaron de observarlo a él, a encontrar algo de mayor interés mientras se dedicaban a guardar sus instrumentos.

Observó a la nada unos momentos antes de apagar su cigarrillo a medio fumar y observar a ambas prodigios nuevamente.

—Espero que nada de esto salga de esta habitación —Veía su reputación como profesor totalmente mancillada, y sobre todo, imaginaba los problemas que esto causaría a Noelle.

Chelsea recogía calladamente el resto de las partituras, y Alyssa lo observó sin ninguna expresión en su rostro.

—¿Qué Noelle se declaró a usted hace dos año? ¿O quizás que usted está tan loco por ella, que no sabe cómo reaccionar en su presencia?

La observó por un momento antes de sonreír con sarcasmo.

—Ambas, quizás.

Alyssa se encogió de hombros restándole importancia al asunto, mientras Chelsea se levantaba del suelo con las partituras y limpiaba sus rodillas. Le dio una fría mirada antes de desviar la vista y tomar el estuche de su violín.

—No tenemos razones para decirle a nadie nuestros secretos —Chelsea habló con un tono de voz suave y casi inaudible —Las tres sabemos secretos oscuros de cada una, que nadie más sabe… Dígame, profesor ¿Qué ganaría yo, revelando los íntimos secretos de Noelle? La verdad es que nadie entiende la relación entre nosotras tres, y quizás nunca nadie lo entienda. Pero somos lo suficientemente listas como para mantenernos calladas.

Ella hizo una pequeña inclinación con la cabeza, saliendo por la puerta. Alyssa sonrió ligeramente tomando la mochila de Noelle en conjunto con la suya.

—No tiene de que preocuparse —La chica conocida como la princesa del instituto, simplemente se encargó de encogerse de hombros —Somos lo suficientemente honorables como para guardar este tipo de secretos. Nadie necesita saber que el gran señor “no salgo con mis estudiantes”, está completamente caído por una —Ella comenzó a caminar pero se detuvo un momento con expresión pensativa —Y… No creo que ella sepa eso tampoco. Así que puedes quitarte un peso de encima, porque tampoco planeamos decirle algo así.

Entonces Alyssa dejo escapar una risita antes de salir por la puerta, dejándolo completamente sólo. Sus manos temblaban mientras buscaba a tientas su caja de cigarrillos, sintiéndose ansioso.

Alyssa había dado justo en el blanco.

Una cosa era una estudiante encaprichada con su profesor. Y otra muy diferente un profesor encaprichado de su estudiante.

Y más cuando este encaprichamiento llevaba sobre él, mucho más de un año.



[1] Canción de piano famosa, perteneciente a Beethoven.

9

Capítulo II

Capítulo II

Estaba helando, a pesar que aún no llegaba el invierno. Aaron ajustó la bufanda color café, a los músculos de su cuello y luego suspiró mientras se recostaba de uno de los pilares de la entrada del instituto en el que él mismo había estudiado años atrás.

Le traía nostalgia, a sus veintiún años de edad.

El reloj de su muñeca marcaba cerca de las cinco de la tarde y justo cuando la aguja marcó la hora exacta, no se sorprendió por el sonido de la campana.

Ahogó una pequeña risa cuando hileras de estudiantes comenzaron a salir por las puertas, ignorando su presencia, que de vez en cuando era bastante normal que estuviera allí.

Una cabellera oscura ligeramente despeinada y un andar tan conocido, llamó su atención.

—¡Kyle! —Dijo sin poder contenerse. Enseguida un par de ojos color olivo, tan rasgados y extraños le devolvieron la vista. Su amigo, tenía una contextura alta y atlética, y un rostro, que a pesar de sus dieciocho años parecía no dejar los rastros de juventud en sus rasgos, lo que le agregaba atractivo en cierta manera.

Él le sonrió ligeramente en forma de saludo antes de acercarse a paso lento.

—Hacía tiempo que no venias.

Aaron sonrió avergonzado, mientras negaba con la cabeza y le seguía el paso por el sendero de piedra que llevaba a la salida de Wilston High School.

No iba a decirle la verdad del porque estaba allí, cuando hace solo dos semanas había prometido dejar de venir. Instintivamente se llevó la mano al costado, donde le dolía ciertamente, por el golpe recibido hace una hora.

De nuevo se había involucrado en una pelea.

Y de nuevo había sido por una mujer a la que no conocía, pero que declaraba estar total y perdidamente enamorada de él.

Lo que lo llevó a una seria, desagradable y fría discusión –que incluyeron patadas y puñetazos en el rostro del tipo- que concluyó con una pequeña herida en su brazo.

…Que dolía como los mil demonios…

Miró de reojo a Kyle, quien se había detenido a su frente.

—Sí, algo —Admitió con pesadez, encogiéndose de hombros —¿Cómo ha estado la reunión de la mañana con tu ogro?

El recuerdo tajo consigo un tic al ojo izquierdo de Kyle, seguido por un gruñido resentido que lo hizo sonreír para sus adentros. No fue necesario que respondiera, ya que con solo esas reacciones, Aaron obtenía sus propias ideas y respuestas.

—Ese viejo… No sabe nada de mí y aún así se siente con la capacidad de joder mi existencia con sus charlas y demás —Aaron se cruzó de brazos y negó con la cabeza intentando parecer afligido por lo sucedido. Acto que solo ganó un fulminamiento con la mirada, por parte de Kyle, cuando sin desearlo se le escapó una sonrisa.

A su alrededor, los estudiantes ya habían salido por completo del instituto.

—Pensaba que el profesor Morgan tenía veintiséis años.

Kyle chistó.

—Para mí es un viejo lunático, nada más.

Su amigo apretó la correa de su bolso mientras comenzaba a andar. Era algo nostálgico el caminar por ese lugar de nuevo. Los amplios jardines y la zona donde sus pies tocaban, era de piedra hasta llegar a la puerta de salida con el logo de la academia.

Mientras caminaban, todo se veía completamente solo. Los estudiantes se habían ido sin que él se percatara, y estaba seguro que solo se quedarían aquellos que pertenecieran a algún club.

Cerca de donde estaban, había una laguna, tal vez demasiado grande para sus propios gustos. La misma laguna a la que se había sentado a observar innumerables veces en sus épocas de estudiante en Wilston High School.

—Es un viejo lunático… ¿Por qué intenta ayudarte a que elijas una carrera decente? —Preguntó para acabar con ese incomodo silencio que se había instalado entre ambos.

—No, no es eso, es… —Kyle se paró de golpe antes que pudiera continuar y observó fijamente a la nada. Aaron ladeó la cabeza ante su pausa repentina y observó con fijeza al frente.

Era la escena más tétrica que hubiera visto. Había cuatro chicas; tres de ellas parecían jugar a molestar a la cuarta. No era exactamente el tipo de juegos a la que estaba tan acostumbrado a observar, sino algo mucho más cruel. Podía oír las risas burlonas desde el sitio donde se encontraban y veía fijamente el rostro entre triste y resistente de la joven, que luchaba con fuerzas por recuperar un cuaderno que le había sido arrebatado.

Aaron sintió los músculos de su cuerpo moverse para ir en su ayuda, cuando el cuaderno fue lanzado sin piedad hasta caer en el estanque. Lo siguiente que sucedió fue que las jóvenes que habían lanzado el cuaderno, se fueron riendo despiadadamente.

Y la chica se acercó corriendo con horror vislumbrado en su rostro, hasta la baranda.

—¡Mis partituras! —La oyó exclamar. Tenía el cabello castaño, cuidadosamente cortado un poco más arriba del nivel de los hombros; su rostro era perfilado y muy mono… Pero sin llegar a ser extremadamente hermoso. Vestía el uniforme femenino reglamentario de Wilston High School. Su medida no llegaría ni al metro sesenta, pero algo en ella despertaba unos banales y fraternales instintos de protección.

Se veía tan angustiada, que con ganas asesinas, deseó ir en busca de aquellas chicas y acabar con ellas.

Miró de reojo hacia Kyle, descubriendo que se había movido de su lugar. Cuando sorprendido volvió a mirar hacia la chica, descubrió a su amigo saltando por la baranda.

Soltó una maldición y se acercó para verlo nadar en busca del cuaderno de ella.

La chica tenía los ojos abiertos de par en par, en un breve estado de shock por lo acontecido. Y su expresión se había ablandado por una extraña preocupación en cuanto el primer minuto corrió y Kyle todavía no salía de debajo del agua.

Era extraño, haber visto esa actitud en su amigo, por una mujer. Por una mujer… ¿Tenía interés en ella?

Eso lo hizo parpadear. Que una chica despertara el interés de su amigo, era bastante extraño.

Como era de esperarse, en unos momentos más, Kyle no tardó en salir a la superficie completamente mojado y con la respiración agitada por el frío.

Caminando despacio, se acercó a ella y le tendió las partituras con una de sus manos, mientras que con la otra intentaba deshacerse del agua que cubría su cara.

Ella parpadeó y pareció algo indispuesta, entonces extendió la mano y tomó el cuaderno que Kyle le tendía. Aaron notó como sus mejillas se encendían ligeramente, dándole un aspecto bastante dulce.

—G-Gracias —Tartamudeó avergonzada observando fijamente y con culpabilidad, la ropa mojada de él —. Lo siento.

Aaron miró fijamente a Kyle, quien aún luchaba por secar su rostro. Observaba como él analizaba con suspicacia a la joven frente a ellos… Ella buscó en su bolsillo y sacó un pañuelo, para su propia sorpresa y la de Kyle, extendió su mano y comenzó a secar la mejilla empapada de él.

—¡Chelsea! —Una voz femenina llegó de la nada. La chica, que debía de ser Chelsea, se separó unos pasos aún con el pañuelo en la mano y clavó la vista en el camino. Otra joven apareció de la nada, también vestía el uniforme reglamentario. Era una criatura hermosa, que lo hizo parpadear extrañado, sintiendo como si sus ojos hubieran sido vilmente engañados. Tenía el cabello rojo caoba, que llegaba hasta su cintura ondulándose al compás de unos elegantes, sofisticados y extravagantemente sensuales movimientos. Unos enormes ojos verdes lo observaron a él y luego cambiaron de dirección hacia Chelsea, y a la final a Kyle. Su rostro estaba cincelado con cuidado, sus mejillas rojas y sus labios de un raro tono frambuesa; arrugó la frente y se acercó, para plantar una bofetada en la cara de Kyle.

Aaron retrocedió dos pasos sorprendido por la acción.

La recién llegada colocó sus brazos alrededor de Chelsea, en modo protector y los miró a ambos con enojo.

—¿Cómo demonios pueden molestar a una pobre chica? ¡Son unos imbéciles!

Chelsea a su lado se estremeció horrorizada por el gesto y su rostro empalideció instantáneamente.

—¡Alyssa! —Exclamó —. Pero si él ha salvado mis partituras ¡¿Por qué le has pegado?!

Alyssa parpadeó dos veces, entonces su rostro se relajó al igual que su cuerpo y su mirada se tornó avergonzada, mientras observaba boqueando a Chelsea y luego a Kyle.

—Eh… Yo… Yo pensaba que… —Comenzó a decir antes que su rostro se tornara rojo por la vergüenza —Discúlpenme.

Kyle estaba en un estado de estupor, con la cara aun de lado por la fuerza de la bofetada y sus ojos abiertos de par en par. Su amigo respiró con fuerza y apretó la mandíbula antes de dar una mirada intimidante, llena de sorpresa, furia y odio.

—De haberlo sabido dejo que sus partituras se ahoguen.

Los ojos de Alyssa se abrieron de golpe y su ceño se frunció de nuevo con enojo.

—¡Ja! Ya me disculpe contigo, chico idiota —La pelirroja apretó aun más sus brazos alrededor de Chelsea quien se veía ciertamente sofocada. Esta acción pareció molestar aún más a Kyle.

—Joder… —Masculló en voz baja —Mejor vámonos antes que pesque un resfriado por imbécil.

Aaron asintió dándole una última mirada de reojo a ambas jóvenes antes de comenzar a seguir los pasos de su amigo.

Kyle había dejado sus manos dentro de los bolsillos y aunque a simple vista no lo pareciera, Aaron sabía que él estaba tenso por lo acontecido.

—¡E-Espera! —La voz de Chelsea los hizo darse vuelta a ambos. La chica se había separado de la pelirroja y los observaba a ambos con incertidumbre y algo de apesumbramiento —Esperen aquí, por favor.

Entonces se dio vuelta y comenzó a correr en dirección al instituto.

—¡Chels! —Alyssa parecía sorprendida y parpadeaba sin cesar, hasta que la figura de la castaña desapareció por la puerta del edificio.

Aaron clavó de nuevo la vista en Kyle, quien parecía debatirse entre largarse de allí o esperar a la muchacha. A la final soltó un suspiro y se sentó en la hierba.

Parpadeó y se encargó de observar de reojo a Alyssa. Su largo cabello rojizo parecía bailar una extraña danza, y siguiendo los exóticos movimientos de la brisa. Sus ojos verdes estaban clavados por completo en la puerta del instituto, esperando la aparición de Chelsea.

Era una belleza, sin duda alguna.

La chica suspiró y desvió la vista de la puerta. En un segundo sus ojos se cruzaron, y para su propia extrañeza, causó que algunas chispas saltaran dentro de su estomago.

Ella entrecerró sus ojos en dirección a él antes de volver a mirar fijamente a Kyle.

—Oye… Ya te he dicho que lo siento ¿Vale? —Se cruzó de brazos y sus ojos se oscurecieron con una extraña furia —Es normal que la molesten. Demasiado normal… Por esa razón, a simple vista creía que eso era lo que sucedía. No medí mis acciones, discúlpame.

Kyle simplemente guardó silencio y se encogió de hombros, mientras los segundos pasaban sin que ninguno de los tres se atreviera a hablar.

El silencio lo incomodaba, pero no sabía por dónde llevar una conversación.

Sentía un extraño miedo, de decir algo que pudiera disgustar a la chica que tenía en frente. Algo que le hiciera pensar que era un idiota.

Era un crudo miedo, influenciado por la intimidante belleza de Alyssa.

Enseguida una respiración entrecortada llamó su atención. Por el camino, se acercaba Chelsea corriendo a lo más que le daban sus piernas.

En cuanto llegó, se apoyó de Alyssa unos segundos jadeante y después se acercó a Kyle y le tendió una toalla blanca.

—L-Lo siento… —Tartamudeó —No tengo ropa para que te cambies… P-Pero puedes secarte con ella.

Alyssa parpadeó sorprendida.

—¿De dónde has sacado esa toalla?

—De mi casillero… —Respondió mordiéndose el labio —La última vez me han lanzad un vaso de agua helada… Así que es bueno estar preparada para todo —Chels volvió a observar con algo de timidez hacia Kyle, esperando a que este tomara la toalla.

Kyle se levantó y tomó la toalla parpadeando. Aaron contuvo una risa, por el rostro de su amigo, diría que no sabía cómo reaccionar ante tal acción por parte de la chica.

—Gracias —Dijo en un tono de voz bajo.

Se sentía algo extraño observar esa escena.

Las esquinas de los labios de Chelsea, se elevaron ligeramente, en un asomo de sonrisa, que pareció helar tanto a Alyssa como a Kyle.

—Gracias a ti por rescatar mis partituras… —Ella hizo una pequeña inclinación con su cabeza luego, le dirigió una mirada a Aaron y se despidió con los ojos caminando hasta Alyssa.

—¿nos vamos? —La pelirroja parpadeó y luego los observó a ambos, regalando una enorme sonrisa —Hasta luego.

—Se ha corrido la tinta de las partituras —Decía Chelsea mientras caminaba el trayecto por el sendero hacia las puertas del instituto —Noelle se enojará.

—No lo hará si se lo explicas, además yo…

Sus voces se perdieron a medida que se alejaban.

No podía dejar de observarlas a ambas, mientras desaparecían. Sus espaldas y las curvas de sus cuerpos siendo abrazadas por el uniforme del instituto. Había algo extraño en ambas… Algo que levantaba su curiosidad.

Ladeó el rostro y analizó el largo cabello pelirrojo, que seguía el constante movimiento del cuerpo de su dueña.

—Si vas a decirme que es hermosa, cortaré tu cabeza sin remordimiento —La voz de Kyle lo sacó de golpe de su ensoñación. Él secaba sus cabellos con la toalla de Chelsea —Me canso de oír lo mismo, todos los días, todas las horas que dura el instituto.

Esa afirmación lo hizo sonreír.

—No —Admitió negando con la cabeza y comenzando a caminar —Yo realmente iba a decirte que, es una linda chica, tu novia.

Los ojos de Kyle se abrieron como platos y su rostro empalideció, seguido por un ligero rubor en sus mejillas.

—¡Novia nada! —Exclamó dándose vuelta y comenzando a caminar —Mueve tú trasero, que quiero llegar a casa antes de pescar un resfriado.

Rió y dio una última mirada a la puerta por donde ellas habían desaparecido.

¿Por qué?... Esas chicas tenían un aire tan triste y misterioso, que hacía que su cuerpo se estremeciera por un extraño frío.

Negó con la cabeza, mientras retomaba su caminata, siguiendo los pasos de Kyle.