A paso lento y con los ojos
entrecerrados, se abrazó a sí misma y comenzó a caminar al interior de la
brumosa oscuridad. Arrugó la nariz, el aroma era terriblemente fétido: olía a
restos de comida en descomposición ligado al hedor de alguna rata muerta.
Nunca tenía la suficiente intensidad en su vida, pero
probablemente esta no era la solución.
Y aun así allí estaba ella, adentrándose y sumiéndose a
un paradero desconocido.
¿Y si se trataba de un violador ó un asesino?
Repentinamente alarmada por la idea —Qué antes no había
barajado— dio un paso atrás, tropezando con uno de los innumerables botes de
basura que la oscuridad no le dejaba vislumbrar.
“Oh-Oh”.
Clavó la mirada fijamente en lo profundo del callejón,
con los ojos dilatados y la respiración entrecortada.
Regresó a retroceder más
rápidamente, abrazándose con fuerza a su grueso manuscrito; pero fue
totalmente inútil. En su proceso de salida del callejón, abruptamente un
repentino bulto en la parte de atrás de sus pies la hizo caer de trasero contra
el maloliente suelo.
“¡¿Pero qué
demonios?!”.
Boquiabierta, Abigail miraba fijamente el pelaje sobre el
que ahora descansaban sus pies.
¿Un perro? ¿Cómo había llegado allí?. Con la respiración
entrecortada, Abby apartó rápidamente sus pies de sobre el pobre animal y
extendió su mano con cuidado hacía él.
Repentinamente, las orejas del perro, qué estaba en el
suelo extendido y acostado sobre sus patas delanteras —Aparentemente
inconsciente— se alzaron a la vez que intentó ponerse de pie soltando un sonoro
gruñido.
Abby se sintió aturdida. Un par de brillantes ojos verdes
le regresaban la mirada.
Incluso en la oscuridad era imposible no identificar el
color. Tomó aire repentinamente ¿Iba a morderla? ¿Por qué demonios no podía
levantarse? Su cuerpo estaba en una especie de trance, completamente helado y
sin posibilidad de movimiento.
—Tranquilo. No voy a hacerte daño —Susurró con una voz
tan calmada que la sorprendió.
Tenía un perro aparentemente rabioso y dispuesto a
atacarla, y ella no estaba nada asustada.
Abby pasó saliva y con mucho cuidado, extendió su mano y
acarició el suave y espeso pelaje que ni siquiera podía distinguir por la falta
de luz. El enorme animal gruñó y se tensó sobre ella, pero a medida de que
Abigail lo acariciaba con cuidado pasaba a relajarse con suavidad bajo su
tacto.
Jamás había visto a un perro tan impactante que hasta
parecía más bien… un lobo.
Mientras deslizaba su mano sobre él, sus dedos tocaron una parte del pelaje
húmedo. Abby parpadeó y terminó alzando su brazo para aspirar el aroma de lo
que había tocado para así identificarlo.
“…Hierro…”. Definitivamente era el profundo hedor de la sangre.
Miró de nuevo al animal a los ojos. Esos ojos tan intensos que parecían
comprender lo que ella hacía ó lo que pensaba.
—Estás herido… —Susurró en una afirmación.
Abigail no se sentía lo suficientemente cruel para dejarlo en ese lugar y
con una herida de dios que sabe la profundidad.
1 comentarios:
Hoooo!!!!!! que interesante quien sera el lobito????? jejejejej me muerro de curiosidad por saber de esta historia, ¿sera la 3ª parte?
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