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Nada por ahora
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Besos a Medianoche. Capítulo XIV. Parte I.



Los hombres eran sin duda alguna las criaturas más inútiles y fáciles de manipular de los que ella tenía conciencia. Bueno, tal vez no todos, había uno en particular al que Hel[1], que aunque deseaba no tenía la suficiente potestad sobre él.
            Él caminaba con un paso agraciado y digno de un rey, la gabardina negra hacía juego con su cabello oscuro y espeso. Era alto y elegante, y muy antiguo. Claro que ningún humano que lo rodeara tendría conocimiento de tal gran y amplio detalle que ella conocía perfectamente.
            Se movió con sigilo y sin previo aviso se abrazó al brazo de él.
            Sabía que eso molestaría muchísimo a Svante pero aun así no pudo siquiera evitarlo.
            Los profundos ojos azules se clavaron en ella con frialdad, como si la hubiesen sentido cuando ella aun estaba a kilómetros de distancia.
            —¿Qué quieres?
            —Eres demasiado frío, Svante… ¿Por qué no me saludas primero? —Respondió ella sonriendo y apoyando la barbilla en el brazo de él. Adoraba ver como esos profundos y cautivadores ojos se llenaban de ira y asco ante el menor contacto de ambos… Aun estando vestidos.
            Svante no sabía del enorme placer que se estaba privando al negarle la entrada a su cama a Hel.
            “Soy mucho mejor que todas las mujeres con las que alguna vez has estado”. A través de los siglos, Hel había aprendido a tragarse los celos y a vivir con el odio que Svante le profesaba tan seriamente.
            Tener su odio y su rencor era mucho más satisfactorio que no tener nada en absoluto.
            —Te he preguntado ¿qué quieres? No tengo tiempo para tus juegos, Hel.
            —No  estoy jugando, tenía la necesidad de saber cómo va todo en el consejo. ¿Ya lo atrapaste?
            Svante apretó la mandíbula sin dirigirle una sola mirada.
            —Estoy en eso, dejé encargado a Alexander Night y… —Al oírlo, Hel estuvo a punto de explotar.
            —¿Qué? ¿Por qué dejaste que alguien más se entrometiera? ¡Te pedí que lo hicieras tú! —Exclamó repentinamente enojada, soltándose abruptamente del brazo de Svante. Era una diosa muy obstinada, y vivir atrapada en Nilfheim desde que tenía uso de razón solo lograba que su cordura se desestabilizara.
            Svante la miró por encima del hombro sin expresión.
            —¿Vas a hacer una rabieta frente a tantas personas? —Preguntó él en un tono de voz que derivaba entre lo aburrido y lo malhumorado —. Se lo que hago y porque lo hago, no tienes el más mínimo derecho a plantarte frente a mí y decirme como hacer las cosas. Limítate a solamente esperar los resultados.
            —Maldito insolente —Susurró mirándolo con el rostro rojo por la ira acumulada. Apretó los puños a ambos lados de su cuerpo; sentiría mucho placer y liberación si lo pudiera matar allí mismo, pero una y otra vez se recordaba que necesitaba a Svante con vida.
            …Y encima de eso lo deseaba míseramente.
            —Si no tienes nada más que decir, me retiro. Tengo cosas más importantes que hacer —Y sin más, Svante regresó las manos a los bolsillos, se giró y comenzó a caminar alejándose de ella. Mirándole la espalda, Hel sintió el fuego de los deseos carnales comerle las entrañas.
            “Algún día lo haré arrepentirse… Y cuando ese día llegue, disfrutare teniéndolo de rodillas frente a mí”.

***

            —Tienes una perfecta expresión rosa.
            Kirsten no había terminado de cerrar la puerta del departamento, tras ella, cuando oyó la voz de Abby. La mujer la miraba desde el pasillo del recibidor con una enorme sonrisa en los labios. Se estaba sacando la bufanda, por lo que Kirsten interpretó que hacía muy poco tiempo había llegado al departamento.
            —¿Cómo que una expresión rosa? —Preguntó Kirs sonriendo y sacándose los guantes para dejarlos a un lado.
            —Ya sabes, sonrisa tonta, mejillas naturalmente ruborizadas… Dime… ¿Pasó algo en especial, Kirs?
            Touché. Abigail podía ser muy observadora cuando quería, y otras veces podía ser extremadamente densa. Kirsten se recargó en la puerta y soltó un profundo y sonoro suspiro.
            No había nada de malo en contarle lo excelente que había sido almorzar con el señor Night; por alguna razón, Kirsten se sentía hermosa y deseada con una sola mirada de él. Esos ojos completamente fijos en ella, combinado con las halagadoras palabras de Alex y de cuando en cuando el ligero toque de su cálida mano sobre la de ella… Dios... eran lo suficiente para nublarle la cabeza y hacerla indudablemente feliz.
            Tenía presente que Alexander Night poseía un amplio historial como mujeriego… Sonaría estúpido y soñador, pero a esas alturas ya no deseaba pensar más con lógica, y sí el estaba dispuesto a una relación seria no dudaría en arriesgarse por ese hombre.
            “bueno… nadie dijo que estaba buscando una relación seria”. No, pero, tampoco nadie dijo que no la estaba buscando. Quizás después de todo ese tiempo, el hombre pretendía sentar cabeza.
            Se llevó en dedo índice a los labios y ligeramente mordió la uña con suavidad, completamente absorbida por sus pensamientos.
            Y también estaba el tema de la edad.
            …Sus padres jamás lo consentirían, por más joven que se viera Alexander Night, ya debía rondar cerca de los cuarenta si no se equivocaba.
            Y le daba algo de miedo que ella terminara envejeciendo más rápido que él, eso sería una verdadera pesadilla.
            —…¿Kirsten? —Abby, quien al extrañarse de no recibir una respuesta inmediata, se acercó despacio a ella y apoyó una mano en su hombro —. Me estas asustando, ¿paso algo malo?.
            Kirsten se mordió el labio inferior y la miró con ojos brillantes y grandes. —. Oh, Abby… Creo que me estoy enamorando.
            Y para terminar de armar el pastel, la guinda resultaba ser que el motivo de sus afectos, era su viejo primer amor.


[1] Hel: es la diosa del inframundo. Hija del dios Loki.






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Sé que es poco, pero espero que si la internet me lo permita publicar este viernes.
Quiero que quede claro que si no publico en la fecha acordada son por razones mayores que se escapan de mis manos y que no puedo controlar.
Yo es cribo por el puro placer de hacerlo, no exijo nada a cambio de lo publico en mi blog más que su comprensión y su paciencia... Por favor, no me presionen... Se los ruego, para mi también es duro cuando no tengo inspiración, estoy ocupada con la universidad, o no tengo internet (por cierto, la internet me la han puesto esta semana).

Quería pedirles otro humilde favor, me gustaria que oraran conmigo por mi país, Venezuela, quien en este momento está en una situación crítica y muy triste.

Gracias por siempre estar acompañandome y leyendome.

Besos y Abrazos.

Anto. 
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Besos a Medianoche. Capítulo XIII. Parte II.



Lo había invitado por una razón que desconocía. Toda esa situación tensa que había presenciado momentos atrás la intrigaba de una manera poderosa. Lamentablemente se sintió muy pequeña y tonta de atreverse a caminar al lado de la imponente figura de Alexander, cuando al pasar por el frente del cristal del restaurante su reflejo desgarbado y desaliñado la miró en regreso.
            ¡El horror! ¡Había olvidado por completo su aspecto! Y él, muy amablemente se había abstenido a decir. Las personas que se encontraban sentados en las distintas mesas a lo largo del pasillo completo que era el restaurante, clavaron su fija mirada en ellos.
            Kirsten desvió la mirada apenada y se rascó la mejilla.
            El escrutinio no era normal… ¡Pero, por supuesto! ¿Quién en su sano juicio no la miraría así? Su vestimenta no era la más bonita —Para nada— y aun así caminaba como si nada con un espécimen de hombre literalmente fuera de la realidad. Sintiéndose algo incomoda, no se percató de que había dejado de caminar.
            Esto es una locura… Pensó para sí misma.
            Nunca antes le había importado su apariencia física, pero estar al lado de Alexander Night era desmoralizante en más de un sentido. Ironico era pensar que años atrás habría muerto con solo tener la minima oportunidad de caminar al lado de él, pero a esas alturas, siendo una mujer madura y sana en juicio, lo encontraba inverosímil.
            Se sentía muy poca cosa, y odiaba sentirse así.
            —¿Sucede algo?
            Kirsten alzó rápidamente la mirada y se encontró con los brillantes y profundos orbes azules—verdes de Alexander —Así es, aun no podía descifrar para nada el color—. Él la miraba por sobre el hombro; su espalda era amplia y musculosa, se notaba a través de la delgada seda de su camisa a pesar de ser de un color oscuro.
            —No, no —Respondió Kirsten pasando saliva, pero a pesar de esos sus pies se negaron a moverse. Las miradas de escrutinio a su alrededor se hicieron más críticas e intensas.
            Alexander rió con suavidad, se giró sobre sí mismo y caminó hacia ella cerrando con grandes zancadas el espacio que los había separado.
            —Entonces vamos, creo que si nos demoramos perderemos la mesa —Para sorpresa de ella, Alexander la tomó con suavidad de la mano y la entrelazó con la de él. El corazón de Kirsten dio un vuelco desesperado por el toque tan íntimo y delicado sobre su mano.
            Sintió la piel erizársele.
            Él sencillamente la había tomado de la mano,  pero aunque solo fuera eso el contacto de la piel de Alexander era suficiente como para despertarle todos los sentidos.
            Debo estar fuera de mis cabales, sinceramente…
            Sentirse tan atraída por un hombre —sobre todo cuando tenía contacto físico con el mismo— no debía ser algo normal.
            Además de eso… ¿No se sentía avergonzado de ella? Por el contrario, Alexander Night parecía más bien orgulloso de llevarla de la mano, cosa que hizo que su corazón volviera a saltar enloquecido.
            Ahora miraba la espalda de Alex muy de cerca, su cabello castaño se veía tan suave mientras acariciaba el cuello de la camisa ante cada movimiento del cuerpo de él mientras caminaba. Cuanto deseaba hundir las manos en ese cabello.
            Kirsten tomó aire y se mordió el labio inferior. No era una adolescente, ¿Hasta cuanto tenía que repetirse eso? Pero lamentablemente sus hormonas parecían olvidarse de ese pequeño detalle, y se desquiciaban por completo en presencia de ese hombre.
            Se dejó arrastrar en silencio e intentando dejar su mente en blanco.
            Cuando llegaron a la respectiva mesa a la que Alex se veía tan dispuesto a coger, antes de sentarse le corrió la silla y esperó a que ella tomara asiento. Era muy raro, no recordaba haber sido tratada con tanta delicadeza y preocupación por un hombre.
            Sí, y eso incluía directamente a su ex novio.
            Kirsten lo siguió con la mirada hasta que él tomó asiento frente a ella.
            Tal vez sonaría cliché, pero no se cansaba de repetir y de pensar en lo atractivo que era Alexander Night. ¿Qué demonios lo hacía lucir tan encantador e irresistible? Todo era perfecto en él, era complicado buscarle algún defecto y dar justo en el blanco con el mismo.
            Alex la miró de regreso y entrecerrando los ojos le dedicó una sensual sonrisa de medio lado.
            —¿Hasta qué hora trabaja, señorita Shower?
            Kirsten arqueó ambas cejas por la pregunta.
            —¿Me está diciendo que vino hasta aquí sin saber a qué hora salía? Se estaba jugando una grande, señor Night.
            Una buena pregunta era ¿Cómo Alexander Night sabía en donde trabajaba? Primero se colaba por su ventana  a mitad de la noche y ahora aparecía mágicamente en su trabajo. Misterioso, muy misterioso.
            Cada vez el personaje de Alexander se parecía mucho más a una caja de pandora que a nada.
            Alex rió de improvisto.
            —Sí, pero como se dice…Quien no arriesga no gana. Y yo estoy completamente dispuesto a ganar.
            Kirsten abrió los ojos como platos. ¿Ganar qué? Bueno, la forma en la que él la miraba le daba una perfecta idea de a qué se refería, aun así no se sentía preparada para el escalofrío que le recorrió todo el cuerpo.
            Antes de que pudiera separar los labios y preguntarle directamente que era lo que él pretendía ganar, uno de los mesoneros se acercó y les llenó las copas con agua fresca. Los recibió con una cordial sonrisa y les entregó los menús, no se fue sin antes darle la recomendación del día.
            Algo atareada, Kirsten clavó la vista en su propio menú.
            La comida del lugar era muy económica y nada especial en sabor, de nuevo se sentía avergonzada de haber invitado a Alexander Night a ese local.
            Lo miró por encima de su carta. Seguramente está acostumbrado al caviar y a esas cosas.
            No lo culpaba, ella también se había criado y vivido en ese mundillo por demasiado tiempo; en cuanto se mudó de casa de sus padres decidida a llevar su propia vida y a depender de sí misma, se dio cuenta que no podía darse los mismos lujos con los que antes contaba. Kirsten se acostumbró a acortar su dinero mensualmente y a recurrir a los sitios más económicos para comer o para comprar los víveres.
            Siendo sincera… No le molestaba. Estaba feliz con su vida actual.
            …No es que Alexander Night le estuviera proponiendo matrimonio o una relación seria, ¡Por dios que ni siquiera sabía que era lo que el hombre pretendía con ella! Pero Kirsten no iba a volver a su antigua vida de snob. Eso nunca.
            —¿Qué tal es el pollo en salsa de champiñones? —La voz de Alexander la trajo de vuelta a la realidad. Parpadeando, Kirsten buscó en su menú el platillo que él mencionó.
            —¡Oh! Es muy bueno, recomiendo que lo acompañes con papas al vapor.
            —¿Acostumbras a comer mucho aquí, señorita Shower? —Preguntó él por segunda vez.
            Y por tercera vez se sintió avergonzada.
            —Sí… Pero no es porque no sepa cocinar, simplemente es que no cuento con el tiempo necesario para ir a casa y regresar al colegio —Admitió en un suspiro —. Además, dadas las circunstancias, creo que sería una buena idea que comenzara a tutearme, Señor Night.
            La risa de Alex, dulce, sensual y oscura, invadió el espacio entre los dos. ¡Dios bendito! ¿Desde cuándo amaba verlo reír de esa forma tan libre y audaz?
            —Dadas las circunstancias, estaré encantado de tutearla, Kirsten… Eso sí… Tu también comienzas a llamarme por mi nombre —Ladeando la cabeza, la miró fijamente como esperando algo de ella. Kirsten miró a ambos lados sin saber que hacer —. Por favor…
            Le tomó algunos segundos más comprender que lo que él ansiaba, era oírla decir su nombre. Por alguna razón la sangre se agolpó en sus mejillas mientras tomaba fuerzas… ¿Desde cuándo le apenaba tanto decir el nombre de una persona? Bueno… Era cierto que no era “cualquier” persona.
            —Alexander —Soltó tras esperar unos momentos.
            Los ojos de él se oscurecieron con algo que ella no pudo identificar, pero que aun así la hizo temblar. Sentía la garganta repentinamente seca y una ansiedad inexplicable anidada en su estomago.
            …Esa mirada tan indescifrable, tan diferente, la hacía sentir de alguna forma… ¿Deseosa?... Si… posiblemente… Se sentía deseosa de él.
            —Excelente —Susurró él con la voz un poco ronca —. Dudo que nadie pudiera haberlo dicho mejor.
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Besos a Medianoche. Capítulo XIII. Parte I.



            


 —¿Perdón?
            Kirsten estaba bastante azorada en ese momento. Parpadeó sin comprender y ladeó la cabeza aun manteniendo las distancias, y aunque el hombre le tendió la mano a modo de presentación, ella no encontró prudente aceptarla así como así.
            Él sonrió y al ver que ella no pretendía devolverle el saludo, lentamente retiró su mano y la regresó al interior de su abrigo.
            —No estés tan alerta, Señorita Shower, no pretendo hacerle nada —Dijo en medio de una ligera risa.
            —Disculpe, pero no lo conozco —Rápidamente miró sobre el hombro hacia la entrada de la escuela. Quizás era el hermano ó en dado caso el padre de alguno de sus alumnos —. ¿Tiene algún asunto con la escuela? Sí es así, ahora mismo estoy en mi descanso, pero dentro de la escuela hay varias profesoras que podrían ayudarlo.
            Él rió de nuevo y dio un amplio paso hacía ella. Extendiendo su mano, tomó un largo mechón de cabello pelirrojo de Kirsten y lo acarició con suavidad cómo si intentara descifrar y comprobar la textura; por su parte, ella quedó completamente estática.
            —Realmente, eres muy bonita aunque demasiado seria. Justo mi tipo.
            Ella frunció gravemente el ceño y estuvo a punto de apartarle la mano, cuando el brazo de otra persona se movió por sobre el hombro de Svante y le sujetó por la muñeca apartándolo bruscamente de ella.
            —¿Qué haces aquí?.
            Kirsten parpadeó sorprendida al ver a Alexander Night de pie frente a ella, sosteniendo aun la mano de Svante y mirándolo de forma disgustada y se atrevería a decir que de forma casi asesina. El hombre se veía imponente, incluso con esa aura oscura alrededor que indicaba perfectamente hasta que punto estaba enojado.
            —Lexie, Lexie —Svante sonreía lentamente mientras se zafaba del agarre y seguidamente rodeaba los hombros de Alexander con un brazo en son de amistad y camaradería. Kirsten pensaba que Alex, en lugar de relajarse, podría saltar en cualquier momento y dedicarse a estrangular al hombre pelinegro —. No te enojes, ella y yo solo estábamos charlando.
            —Te repito: ¿Qué diablos haces aquí? —Susurró con voz peligrosa y en un abrir y cerrar de ojos, se sacudió el peso de Svante de sobre él. Kirsten retrocedió un paso, de verdad que no se esperaba nada de lo que estaba pasando.
            Alex se movió frente a ella de forma protectora y posesiva; miraba fijamente al otro hombre, como si se tratara del mismo demonio qué venía a hacer alguna maldad a la tierra.
            Svante miró de Alex a Kirsten y luego sonrió muy lentamente.
            —Pensé que te encontraría aquí —Dijo encogiéndose de hombros.
            —¿No podías buscarme en mi casa o llamarme por teléfono?
            —Pensé que sería más interesante “toparme” contigo directamente, y ya ves… No me equivoqué.
            Ella notó como los ojos de Alex se oscurecían por la furia y como su mandíbula se apretaba visiblemente. Estaba segura que había muchas más razones tras el hecho de que Svante estuviera allí, como para hacer que Alexander se enojara de esa forma; razones que por supuesto desconocía, y no estaba segura de querer saberlas.
            —Búscame —Soltó Alexander después de unos instantes —. Estaré en mi casa hoy en la noche.
            Svante borró la sonrisa que acompañaba sus labios y deslizó lentamente la mirada hasta clavarla en Kirsten por completo.
            —¿Seguro? —Le hablaba a Alex, eso era obvio, pero por alguna razón Kirsten sintió un fuertes escalofrío recorrer toda su columna vertebral; era como una amenaza implícita en el ambiente.
            —Sí.
            Svante entonces regresó a sonreír.
            —Perfecto —Se acercó a Alexander y apoyó la mano en el hombro de él —. Esperaré con ansias tu llamada, Lexie.
            Ella vio como el hombre pelinegro se inclinaba un poco más de lo necesario, y susurraba algo al oído de Alex mientras la miraba a ella fijamente. Le palmeó con suavidad el hombro a Alex quien se había tensado visiblemente, y tan imprevisible como había aparecido, así mismo se esfumó entre las personas que caminaban por la acera frente a la escuela.

***

            No lo olvides.  Aunque no sea la misma persona, ella igual pensará que eres un monstruo”.
            Ese maldito bastardo, disfrutaba demasiado de desestabilizar emocionalmente a las personas. Era su mayor placer. Por eso, Alexander lo odiaba tanto. Podría ser el líder del consejo de vampiros, pero era un verdadero capullo la mayor parte del tiempo.
            No se había percatado que tenía las manos tan apretadas en puños que sus uñas se comenzaban a hundir con fuerza en la carne de las mismas. Tomando aire con fuerza, se obligó a sí mismo a respirar y a borrar las palabras de Svante de su cabeza. No tenía de que preocuparse, no se permitiría el cometer el mismo error dos veces.
            Se giró con cuidado y se encontró con los enormes ojos azules de Kirsten, que lo miraban con ligera preocupación e interrogación. Se sintió repentinamente calmado, como si hubiese entrado en una especie de trance con solo tenerla cerca.
            Sus cabellos pelirrojos estaban hechos un desastre y se salían de forma rebelde de la cola de caballo atada en lo alto de la cabeza; tenía manchas de pintura roja sobre el delantal y también en varias partes del rostro. Lo admitía, se veía demasiado hermosa a los ojos de él.
            —Lo lamento —Sonrió con suavidad —. ¿Él te dijo algo malo ó te hizo algo?
            Kirsten se apresuró a negar con la cabeza y a ladear con suavidad el rostro.
            —No, nada de eso —Susurró con suavidad —. No sabía que era un conocido suyo, Señor Night.
            Sí, de hecho sí… Pero un conocido con el que prefería estar bastante ajeno. Lamentablemente necesitaba hacerle unas preguntas que no podía aplazar por mucho tiempo.
            Le sonrió con suavidad a Kirsten y alzando su mano deslizó un mechón del cabello de ella tras su oreja.
            —Se puede decir que sí —Ladeó la cabeza mirándola con intensidad a los ojos —. ¿Podemos tomar un café? Quisiera estar contigo un poco.
            Ella arqueó ambas cejas, completamente sorprendida por la petición y posiblemente también por el gesto de él. Kirsten era demasiado hermosa y también agradable, parecía tan sincera y dulce… ¿Sí ella supiera la verdad, lo catalogaría como un monstruo? No quería ser odiado por ella. Se negaba a perderla.
            —De hecho, estaba a punto de ir a almorzar —Susurró mirándolo a los ojos —. ¿Quiere acompañarme?
            Alex sonrió ampliamente sintiéndose aceptado. Eso es, ella no podría pensar así… No debía dejarse contaminar por su pasado y mucho menos por las frías y calculadoras palabras de Svante, que solo deseaban asustarlo.
            —Estaré encantado, Señorita Kirsten —Seguidamente, le tendió el brazo y esperó a que ella, aunque un poco indispuesta, lo aceptara para comenzar a caminar.
            Se repetía mentalmente que si se decidía a entregarle el corazón a Kirsten, ella no lo apuñalaría por la espalda ni le haría daño. Pero aún así, el miedo lo acosaba por la espalda de manera voraz.

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N.A: Muchas gracias a todas por su apoyo y su comprensión. Cómo dije anteriormente, aquí está lo prometido.

Quiero aclarar qué, Svante, ya había sido mencionado varias veces con anterioridad. Es el líder del consejo de vampiros, también es constantemente llamado "Rey Vampiro". Es muyyyy viejo, el más viejo de todos, y aun así se ve como un muchacho de veintiún años. Hay un frío rumor que dice que él fue el primer vampiro en "nacer", y además también se comenta que sabe todo lo referente al origen de los vampiros.

Besos,
Anto.