Al día siguiente, Kirsten se detuvo en casa de su tía en cuanto acabó con
su jornada laboral y le llevó algunas galletas que compró en la tienda de
camino, como un pequeño obsequio. Su tía debía sentirse muy sola.
Lamentablemente la prima de Kristen, Lizzie, llevaba años en el hospital
sin la esperanza de poder salir pronto. La leucemia lentamente la desgastaba y
afectaba tristemente a sus familiares más cercanos.
Kirsten se aseguró que tendría que ir a visitarla pronto, la vida de su
prima no era nada fácil… habiendo sido relegada a no poder siquiera llevar la
educación que cualquier adolescente tendría asistiendo con normalidad a una
secundaria. Ella se preguntaba si Lizzie siquiera tenía la dicha de contar con
amistades.
…El sólo pensarlo la hizo entristecer. Era algo poco probable.
Suspirando mientras caminaba de regreso a casa, se preguntaba si a Abby le
apetecía ir a comer algo fuera, no sonaba tan mal la idea y a Kirsten le mataba
el solo imaginarse cocinando a estas horas.
Además, quería olvidarse de ese “perro” que ahora era otra boca a la que
alimentar.
Buscó el teléfono móvil en el bolso que colgaba a su hombro y luego marcó
el número de Abby.
—Denton al habla —Al oír la voz de Abby al otro lado del teléfono la hizo
soltar una sonora carcajada.
—¿Qué con esa forma de contestar al teléfono? ¡Pareces un militar! —Exclamó
sin poder contenerse, en una entonación ligeramente burlesca.
Su compañera de piso y amiga suspiró profundamente.
—Ya sabía que eras tú, no te regocijes tanto ¿De acuerdo? —Su nuevo timbre
de voz la hizo sonreír. De alguna forma Abby, era bastante resentida en algunos
casos —. Estaba escribiendo, ¿ya regresas a casa?
Kirsten alzó la vista y la clavó con fijeza en el semáforo para peatones,
se acababa de poner en rojo evitando que lograra llegar a la otra esquina rápido.
Estaba haciendo tanto frío ese día que solo pensaba en llegar rápido a un lugar
con calefacción.
El nombre de varios lugares donde la comida era bastante buena para el paladar
—Y donde sabía que había muy buena calefacción—, llegaron a su mente.
—¿Qué te parece ir a comer afuera? —Preguntó con voz repentinamente
animada, mientras que con su mano libre se ajustaba más la chaqueta de cuero
color café.
—¡oh! —Abby soltó una exclamación animada —Suena bastante bien, ¿A dónde iremos?.
—¿A Dino’s? Queda cerca de casa, podríamos vernos allá de
todas formas —Dino’s era un
restaurante de comida italiana al que frecuentaban desde que se habían mudado
juntas a ese departamento. Tenía un ambiente realmente acogedor y la comida era
exquisita, además qué… No había que omitir lo guapo que era el chef y dueño del
local.
Oyó la risa traviesa de Abigail junto a su oído.
—Eres una pilla…
Kirs sintió el rostro arder por la acusación.
—¡No es cierto! Me gusta la comida de allí y lo sabes…
Además no está de más mirar a un hombre guapo de vez en cuando ¿Si? —Susurró intentando defenderse de las ideas
definitivamente equivocadas de Abby. Ella no estaba interesada en el respectivo
cocinero de esa forma, además…
Suspiró.
No podía sacarse de la cabeza al misterioso hombre
enmascarado de la fiesta de su hermano, y no sentía muchas ganas de admirar a
otros hombres con los ojos.
—Está bien, no te enrolles —Abby parecía repentinamente
feliz ante la idea de salir y relajarse, dejando de lado las correcciones de su
historia.
—¿Nos vemos en Dino’s, entonces? Yo estoy a unos veinte
minutos de allí… ¿llegarás a tiempo? —Preguntó.
—¡Ja Ja! Entendido, señora. Nos vemos allí, y por supuesto
que llegaré a tiempo —Abby cortó la llamada un par de segundos después.
Acariciándose la nuca, Kirs guardó el móvil de nuevo en
su bolso. Por fin podría darse el lujo de olvidarse de todo y dejar el estrés a
un lado.
Hacía tanto que necesitaba salir por gusto.
1 comentarios:
Me en canta hasta aqui...solo que ahora los escritos son cada vez más cortos...y me dejan deseando más
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