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Nada por ahora
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Besos a Medianoche. Capítulo VIII. Parte I-A.



Capítulo VIII

Al día siguiente, Kirsten se detuvo en casa de su tía en cuanto acabó con su jornada laboral y le llevó algunas galletas que compró en la tienda de camino, como un pequeño obsequio. Su tía debía sentirse muy sola.
Lamentablemente la prima de Kristen, Lizzie, llevaba años en el hospital sin la esperanza de poder salir pronto. La leucemia lentamente la desgastaba y afectaba tristemente a sus familiares más cercanos.
Kirsten se aseguró que tendría que ir a visitarla pronto, la vida de su prima no era nada fácil… habiendo sido relegada a no poder siquiera llevar la educación que cualquier adolescente tendría asistiendo con normalidad a una secundaria. Ella se preguntaba si Lizzie siquiera tenía la dicha de contar con amistades.
…El sólo pensarlo la hizo entristecer. Era algo poco probable.
Suspirando mientras caminaba de regreso a casa, se preguntaba si a Abby le apetecía ir a comer algo fuera, no sonaba tan mal la idea y a Kirsten le mataba el solo imaginarse cocinando a estas horas.
Además, quería olvidarse de ese “perro” que ahora era otra boca a la que alimentar.
Buscó el teléfono móvil en el bolso que colgaba a su hombro y luego marcó el número de Abby.
—Denton al habla —Al oír la voz de Abby al otro lado del teléfono la hizo soltar una sonora carcajada.
—¿Qué con esa forma de contestar al teléfono? ¡Pareces un militar! —Exclamó sin poder contenerse, en una entonación ligeramente burlesca.
Su compañera de piso y amiga suspiró profundamente.
—Ya sabía que eras tú, no te regocijes tanto ¿De acuerdo? —Su nuevo timbre de voz la hizo sonreír. De alguna forma Abby, era bastante resentida en algunos casos —. Estaba escribiendo, ¿ya regresas a casa?
Kirsten alzó la vista y la clavó con fijeza en el semáforo para peatones, se acababa de poner en rojo evitando que lograra llegar a la otra esquina rápido. Estaba haciendo tanto frío ese día que solo pensaba en llegar rápido a un lugar con calefacción.
El nombre de varios lugares donde la comida era bastante buena para el paladar —Y donde sabía que había muy buena calefacción—, llegaron a su mente.
—¿Qué te parece ir a comer afuera? —Preguntó con voz repentinamente animada, mientras que con su mano libre se ajustaba más la chaqueta de cuero color café.
—¡oh! —Abby soltó una exclamación animada —Suena bastante bien, ¿A dónde iremos?.
            —¿A Dino’s?  Queda cerca de casa, podríamos vernos allá de todas formas —Dino’s era un restaurante de comida italiana al que frecuentaban desde que se habían mudado juntas a ese departamento. Tenía un ambiente realmente acogedor y la comida era exquisita, además qué… No había que omitir lo guapo que era el chef y dueño del local.
            Oyó la risa traviesa de Abigail junto a su oído.
            —Eres una pilla…
            Kirs sintió el rostro arder por la acusación.
            —¡No es cierto! Me gusta la comida de allí y lo sabes… Además no está de más mirar a un hombre guapo de vez en cuando ¿Si?  —Susurró intentando defenderse de las ideas definitivamente equivocadas de Abby. Ella no estaba interesada en el respectivo cocinero de esa forma, además…
            Suspiró.
            No podía sacarse de la cabeza al misterioso hombre enmascarado de la fiesta de su hermano, y no sentía muchas ganas de admirar a otros hombres con los ojos.
            —Está bien, no te enrolles —Abby parecía repentinamente feliz ante la idea de salir y relajarse, dejando de lado las correcciones de su historia.
            —¿Nos vemos en Dino’s, entonces? Yo estoy a unos veinte minutos de allí… ¿llegarás a tiempo? —Preguntó.
            —¡Ja Ja! Entendido, señora. Nos vemos allí, y por supuesto que llegaré a tiempo —Abby cortó la llamada un par de segundos después.
            Acariciándose la nuca, Kirs guardó el móvil de nuevo en su bolso. Por fin podría darse el lujo de olvidarse de todo y dejar el estrés a un lado.
            Hacía tanto que necesitaba salir por gusto.

1 comentarios:

Anónimo

Me en canta hasta aqui...solo que ahora los escritos son cada vez más cortos...y me dejan deseando más