Capítulo
V
Alex se sentía por completo sin respiración. La noche la
hacía aun más hermosa, y los cabellos de un tono más bien naranja, brillaban
audazmente de una forma maravillosa. Repentinamente suspiró, sin parar de
observarla directamente a los ojos azules, más intensos que el color del mar ó
del cielo.
Sonaba ridículo y hasta cursi… Pero cuanto deseaba poder
perderse en ese par de ojos.
Ella también lo miraba con la misma impresión, podía
descifrarlo con la expresión que reflejaba su rostro ovalado y lleno.
“…¿Cómo puede una
mujer volverme loco de deseo con solo mirarme?”.
Y que Odín lo ayudara. Sentía unas inmensas ganas de
robársela de allí y llevarla hasta su mansión. Quería encerrarla, egoístamente,
para que esa mirada tan madura, ágil y dulce, fuera solo suya.
—¿Va a decirme? —Susurró ella en una débil pregunta —. Lo
que es un beso a medianoche. ¿Es alguna especie de dulce?
Una sonrisa de medio lado se escapó inconscientemente de
sus labios.
—Eres bastante inocente, ¿no es así? —Habló con voz
calma, apreciando como las mejillas de Kirsten se coloreaban de rojo por debajo
del antifaz de mariposa turquesa.
“Está avergonzada,
qué linda”.
—¿Realmente quieres saber lo
que es? —Preguntó Alex, manteniendo su sonrisa y alzando la mano para
acariciarle con el pulgar la suave y delicada piel de la mejilla.
Kirsten Shower solo asintió, pero la luz en sus ojos
reflejaba que conocía más o menos a lo que Alex se refería.
Apoyó una mano sobre la baranda de mármol blanco, un
color más bien marfilado, y se inclinó suavemente hacía ella dejando su rostro
a escasos milímetros del de ella.
Era aun más hermosa a sus ojos, así de cerca. Sus ojos
azul cielo brillaron y le regresaron la mirada, y esos tentadores labios
coloreados de un tono cereza, estaban entreabiertos y expectantes.
—…Pero… No es medianoche —Susurró Kirsten en un suspiro,
antes de que Alex lograra tocar los labios de ella con los suyos.
¿Había sido una negativa? Alexander suspiró y se
enderezó, en primer lugar ni siquiera había ido allí a verla a ella… Pero eso
no implicaba que se esperara que a la hora de intentar algo, fuera tan
fríamente rechazado.
¡Dos veces! Ella había rechazado su compañía un buen rato
atrás, y ahora rechazaba un beso. Por favor, era solo un beso. Un beso y la
dejaría por completo.
…Ó probablemente lo enloquecería y no podría aguantar ni
un minuto más estar sin ella. Alex había visto a muchos vampiros caer a los
pies de sus compañeras, él se prometió no ser uno de ellos.
¿Entonces qué hacía allí?
Sin decir nada, se giró y caminó en dirección contraria.
***
Kirsten parpadeó. Parpadeó de nuevo.
¿Qué había sido eso? ¡En un momento pensó que Erik la
besaría, y al siguiente resultaba que él huía como si ella fuera la peste! Ella
no se había negado en ningún momento a ser besada, incluso solo había susurrado
la réplica porque deseaba provocarlo un poco más.
…Besar a un desconocido. Jamás se había sentido tan
atrevida y loca…
Y después de todo había sido una muy mala idea.
Observó fijamente y sin moverse, como la espalda
enfundada en capa negra del fantasma de la ópera se escurría entre las puertas
que daban al balcón y se perdía siendo tragado por el tumulto de personas.
En ese momento se sentía muy ofendida. Aparentemente
tenía alguna especie de defecto que hacía que los hombres por los que se sentía
mínimamente atraída —Hasta el punto de dejarse besar, desde luego—, salieran
huyendo. Comenzando por Alexander Night —Quien la había dejado caer de forma
muy poco cortés al suelo—, hasta el sicodélico Erik —que por cierto en un
principio quería sacárselo de encima. Probablemente funcionó con efecto un poco
tardío—.
Se apoyó en el balcón y cerró los ojos sintiendo la brisa
de la noche acariciarle el rostro con suavidad.
No soportaba ni un instante más allí, quería irse a casa.
—Solo una hora más, Kirsten. Solo una más —Susurró para
sí misma, y pasó a moverse a la sombra, en donde se sentó en el suelo. Pasara
lo que pasara, no pensaba regresar al interior de esa maldita fiesta.
***
—¿Y bien? ¿Cómo te fue?
Ver a Abigail alegremente sentada en uno de los muebles
de la pequeña sala, solo hizo que los ánimos de Kirsten tocaran el suelo.
—Son las dos de la madrugada, y estas aquí leyendo… —Clavó
la vista en el libro y entrecerró los ojos —… El fantasma de la ópera de Gastón Leroux[1].
Que irónico.
—Si, bueno, no podía dormir —Dijo Abby mientras cerraba
el grueso libro y lo dejaba sobre sus piernas.
Parpadeando con interés, Abigail solo la observó unos instantes mientras
Kirsten se sacaba los tacones y los dejaba a un lado en la alfombra —. Te ves
destruida.
Kirsten arqueó ambas cejas y miró a Abby con expresión un
poco cohibida. Si, estaba segura que el lápiz para ojos se había corrido debajo
de su máscara con forma de mariposa, y su cabello se hizo un desastre después
de haber salido al balcón —Del cual no se había movido hasta que el reloj dio
la una y media de la madrugada —.
—No ha sido mi mejor noche —Admitió empleando con cuidado
sus palabras.
Abigail la miró ahora más sorprendida que antes, y con
interés casi palpable en la habitación.
… Y aquí venía la pregunta.
—¿Paso algo malo, Kirs?
Kirsten sinceramente no sabía que responder. Se dejó caer
en el mueble individual al frente del que Abby ocupaba y se llevó la mano a la
frente, acariciándose de cuando en cuando.
—Mamá no me dejó irme… De hecho dudo que me hubiese
dejado a estas horas, por eso me fui de allí en cuanto se dio la oportunidad —Habló
despacio mientras se masajeaba las sienes —. No te perdiste de nada, sigue todo
como lo dejamos… Salvo por “Erik”, un hombre vestido del fantasma de la ópera
anduvo tras de mí la mayor parte de la noche; pero en cierto momento se giró y
se fue —No pensaba contarle nada del “Almost
Kiss”[2]
que estuvo a punto de experimentar, con un perfecto extraño.
Ahora Abby sonreía jocosamente.
—Oh, vamos, todas queremos un Erik en nuestra vida para
que nos ame con locura —Mientras hablaba, Abby ladeó la cabeza —. No estuve muy
conforme con el final del fantasma de la ópera; así que si tú no lo quieres,
con gusto yo seré su Christine[3].
Kirsten frunció mucho el ceño ante la idea de “su Erik”, robándose
a Abigail por la ventana. La escena le hubiese causado mucha gracia, de no ser
por ese pequeño detalle de que Erik la había mirado solo a ella esa noche, la
había buscado a ella y por lo tanto, casi besado —Aunque admitamos que a la
final salió huyendo de ella —… ¿Por qué se sintió un poco posesiva, en ese
momento?.
Carraspeando, se puso de pie.
—Iré a darme un buen baño con agua caliente, lo necesito —Dijo
en un profundo suspiro, mientras recogía los tacones del suelo y caminaba en
dirección a las habitaciones.
Seguramente volvió a dejar a Abby sorprendida de ser
cortada bruscamente por primera vez en una de sus tantas conversaciones con
Kirsten.
4 comentarios:
Ayer por la noche me leí entera "Oscura Inocencia" y LA AMÉ y ahora buscando la segunda parte, solo me salio esta, asique a tener paciencia y a leer cuando tu subas!!
eres una gran escritora felicitaciones :)
quiero máaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssss
Queremos capítulo, queremos capítulo, queremos capítulo
:O me encanta!
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