SlideShow

Nada por ahora
4

Besos a Medianoche. Capítulo VII. Parte II



            Abigail comenzó a mirar nerviosamente a los lados sin saber que decir. Aunque separaba los labios, no salía ni una sola palabra de los mismos. Kirsten se cruzó de brazos con expresión acusadora y bastante molesta.
            —Abigail Denton, sabes lo mucho que odio que me ocultes cosas —Declaró enarcando ambas cejas y frunciendo el ceño en señal de autoridad. Odiaba cuando Francesca, su vieja amiga desde hacía años, le ocultaba cosas de su vida personal. No estaba dispuesta a tolerar lo mismo de Abby.
            Abby tomó aire varias veces. El rostro le adquirió un tono rojo profundo, que siempre sucedía cuando estaba avergonzada o presionada.
            Lentamente se movió de la puerta y la abrió con la cabeza gacha.
            A Kirs le pareció un poco extraño que cediera tan rápido en la conversación, pero simplemente caminó hasta el marco y asomó su cabeza. Tuvo que ahogar un grito.
            Un enorme perro… No, era demasiado grande para ser un perro. Un lobo estaba echado tranquilamente en la alfombra de la habitación de Abby, regresándole la mirada como si de nada se tratara. Era de un pelaje negro y profundo, que Kirsten tuvo que contenerse a la idea de persignarse.
            —¡¿Qué hace esta cosa en tu habitación?! ¡¿De dónde lo sacaste y como hiciste para poder traerlo?! —Su voz salió en un tono más bien sorprendido, horrorizado e irritado haciendo que Abigail bajara más la cabeza.
            —¡Sabía que reaccionarias así!... Por eso no quería decirte nada —Susurró Abigail.
            —¿Es que has perdido la cordura? —Kirsten se giró y la miró fijamente aun escandalizada —. ¡Se trata de un lobo salvaje! Podría haberte mordido y arrancado una mano, Abigail ¿Por qué no piensas?
            —Es solo un pobre perro malherido, Kirsten, él no nos hará nada a ti ó a mí —Entrecerrando los ojos, Abby se cruzó de brazos ligeramente ofendida por las palabras que ella había dicho antes —. Se quedará en mi habitación hasta que se recupere.
            Cada vez la impresionaba más las irracionalidades que oía salir de la boca de Abigail, pero esta vez definitivamente era la gota que derramaba el vaso. Con la respiración entrecortada por la angustiosa conversación, Kirsten regresó a mirar al supuesto perro.
            —¡Aquí está prohibido tener hasta a un perro del tamaño de un dedo! ¿Cómo pretendes hacerte cargo de este mastodonte? ¡Por Cristo! —El susodicho se puso de pie, y mirándolas intensamente como si pudiera entender todo lo que hablaban comenzó a caminar a paso lento y cojeando hasta ellas.
            Kirs soltó un profundo alarido y dio varios pasos atrás.
            —¡Ni te atrevas a dejar que se acerque a mí!
            Abby la miró con los ojos entrecerrados y luego se acuclillo para recibir al LOBO —Porque eso definitivamente era un lobo y no un perro— abrazándolo con fuerza y cariño manteniendo el completo cuidado de no lastimarlo en el proceso.
            —No pasa nada, pequeño —¡¿pequeño?! ¡Dios bendito! —. Te puedes quedar aquí hasta que mejores, yo voy a estar aquí para cuidarte.
            —¿Te has vuelto loca? En primer lugar aquí no pueden haber mascotas… —Rápidamente entrecerró los ojos al percatarse de algo en particular —¿Cómo conseguiste que entrara, Abigail?
            Ella rió mientras seguía haciéndole cariños al enorme animal, quien aparentemente disfrutaba de su suerte en esos momentos. Kirsten en cambio, no se sentía para nada satisfecha de cómo estaban transcurriendo las cosas.
            —El guardia de turno estaba durmiendo plácidamente, así que no hicimos ruido para evitar despertarlo —Dijo con voz cantarina y casi orgullosa de la hazaña.
            Era verídico. Las echarían de allí.
           Kirsten se acercó a ambos, y enseguida el lobo se puso en alerta y gruñó mostrándole los dientes, lo cual la hizo retroceder enseguida.
            —E-Esa cosa no puede quedarse aquí… —Susurró con voz temblorosa. Era aterrador pensar que un animal del tamaño de ese supuesto perro, viviría bajo su techo. Ahora comenzaban a disgustarle los perros.
            Abby rápidamente la miró por sobre el hombro con los ojos brillantes.
            —Por favor —Suplicó —. Cuidaré de él y lo mantendré en mi habitación —Abby se puso de pie mientras la observaba con tal grado de esperanza que era angustioso —. Vamos, Kirs, deja que se quede hasta que se cure ¿Vale?
            “No puede ser…”. Odiaba cuando Abby la miraba de esa forma, se sentía como una madre dispuesta a negarle algo que su pequeña hija menor deseaba con todas sus fuerzas. La hacía pensar que era la peor persona sobre la tierra.
            Suspirando pesadamente asintió.
            —Está bien, pero me lo prometiste que no saldrá de tu habitación, así que te las arreglas con sus “necesidades” —Rápidamente entrecerró los ojos y se cruzó de brazos —. Y que quede claro que al primer signo de revuelo que haga tu querido can, lo quiero fuera del departamento.
            No había terminado de dar las normas de convivencia cuando Abby ya la estaba abrazando y riendo feliz.
            ¿Cómo podía alegrarla tanto un animal de esa magnitud que parecía tirar a morder ante la menor amenaza?.
            “Mientras más rápido se cure, más rápido se irá…”.

***

            —Llevas una hora hablando conmigo aquí, y no has respondido a lo que te pregunté —Alexander, ya bastante molesto por el rumbo de los acontecimientos se puso de pie de su sillón y miró con disgusto al líder del clan Night —. Esto no ha sido más que una pérdida de mi tiempo y probablemente puse en peligro más de una vida de nuestra raza.
            Hall parecía extremadamente divertido mientras lo miraba fijamente enarcando las cejas. Estaba muy ocupado tomando su té y jugando con las palabras para confundirlo de una u otra manera.
            Era un lugar insoportable, ahora comprendía por qué a ninguno de los vampiros —E inclusive los lobos— tenía como primer recurso ir a con Hall Knight para buscar información. Era igual ó peor que someterse a un acto de tortura mental.
            El lobo frente a él le encantaba jugar con lo que decía, encontraba totalmente agradable hablar entre acertijos que desde luego sólo él comprendía.
            —No tienes paciencia, vampiro —Para ser una bestia, Hall era un tanto elegante en su forma de moverse y en su apariencia. Cualquiera podría confundirlo por un hombre de buena cuna con aires de aristocracia.
            —No, no la tengo —Admitió —. Tú más que nadie debes entender lo preocupado que están los del consejo con las repentinas muertes de magnates vampiros. Ellos creen que fueron ustedes, y estoy aquí para saber la verdad. Pensaba que los lobos estaban en una alianza de paz con nosotros —Entrecerrando los ojos con expresión seria y un poco fría —. Sabes que si se demuestra que el pacto de alianza fue violado, iniciará una guerra ¿No?
            —Lo sé —Dijo Hall divertido, lo que lo enervó aun más de lo que ya estaba —. Pero me temo que no puedo ayudarte en lo que buscas…
            ¡Joder! ¿Y a esas alturas se le ocurría decirlo?
            —Suficiente, me largo de aquí —Salió de detrás de la mesita de café de madera fina que estaba frente a los muebles y comenzó a caminar hacia la puerta.
            —…Pero… —La voz fuerte de Hall lo detuvo de golpe —. Hay un lobo, que quizás si pueda serte útil.
            Alex lo miró por sobre el hombro con expresión sombría.
            —¿Tienes alguna idea de todas las vueltas que he dado? Voy de lobo en lobo —Dijo irónicamente.
            Hall rió.
            —Lo sé, pero estoy seguro que está vez conseguirás lo que buscas. Su nombre es Ralph —Hall apoyó su barbilla en una mano, aun con esa molesta expresión divertida reflejada en su rostro ¿Estaría jugando con él todavía? —. Es el guardián de los lobos del norte, puedes encontrarlo a las afueras de la ciudad a él y a sus seguidores. Aunque no te prometo nada, está ocupado buscando a un par de lobos desaparecidos.
            Repentinamente interesado por las palabras del líder, se giró sobre si mismo y lo miró fijamente.
            —¿Desaparecidos, dices?
            —Sí —Tomando aire, Hall se recostó perezosamente del espaldar del mueble mientras repasaba sus largos cabellos azabaches con una mano —. Dave Black y Lucas Black, el líder y el segundo al mando del clan Black llevan un par de días desaparecidos.




-------------------


¡Feliz navidad y año nuevo un poco atrasado, chicas! Muchos besos y abrazos, lamento mucho la demora pero me alegra anunciarles que ya estoy de vuelta en mi casa.
¡A continuar con la rutina!

4 comentarios:

Anónimo

Feliz Año para ti también Antonella, que todos tus sueños se cumplan en este 2013.
Gracias por compartir tu talento y sobre todo por este libro que me tiene sin dormir no veo la hora de poder leerlo completo... soy una adicta a tus libros :0)

Anónimo

Feliz año para ti tambien Antonella, y muchas gracias por tu historia, me encanta esta saga. Siempre checo tu pagina, la forma en la que escribes, tan amena, solo lo he encontrada en pocos autores ^^

Anónimo

feliz año! gracias por tu actualizacion, espero con ansias la proxima........

Pierina

jajaja que risa me da abby..esta genial!