—Disculpe… Exijo que me suelte
enseguida —Mientras era arrastrada por un completo desconocido hacia un
paradero igual de incierto para ella, eso fue lo único que se le ocurrió decir
a Kirsten Shower.
Arqueando ambas cejas, pasó a observar su propio
antebrazo que era sujetado con suavidad por una mano masculina enguantada, y
seguidamente alzó la vista clavándola en la nuca de aquel hombre extraño de
cabellos castaños. El antifaz blanco del hombre era realmente resaltante, de
verdad sintió envidia de ese antifaz —Alguna vez sintió la necesidad de
vestirse del fantasma de la opera, pero jamás encontró la vestimenta adecuada—.
El señor anónimo,
la miró por sobre el hombro con esos profundos ojos de un color indescifrable;
de hecho seguía preguntándose si eran realmente verdes ó azules. ¿Por qué razón le parecían tan conocidos?...
Se parecían a los de Alexander Night…
Parpadeó un poco sorprendida por su pensamiento.
¿Estaba siendo arrastrada por un verdadero extraño, y de
nuevo lo que se le venía a la cabeza era Alexander Night? ¿Se había vuelto
loca? Probablemente, hacía unos cuantos años atrás.
El hombre la miraba fijamente mientras caminaba, con un
brillo de absoluta aprobación en lo más profundo de sus ojos y una sonrisa de
medio lado.
—¿Le molesta que la toque? —Preguntó arqueando una de sus
cejas.
Kirs en cambio apretó los labios y arrugó la frente al oír
la pregunta.
—Lo que me molesta es que me este arrastrando con usted.
No me preguntó si quería ir, solo comenzó a tirar de mi como si fuera un saco
de papas —Alegó mientras intentaba detener el paso del hombre, afirmando ambos
pies en el suelo. Pero era inútil… él era tristemente mucho más fuerte que
ella.
El hombre rió, lo cual a ella le pareció aun más
irritante.
—Oiga, no soy su payaso personal ¿De acuerdo? Ahora
suélteme antes de que recurra a mi última opción: Gritar.
De alguna forma, Kirsten sentía que en lugar de asustarle
la idea de ser encontrado como un pervertido acosador, él parecía más bien
divertido tanto por la situación como por la visión de ella gritando en medio
del salón de baile.
—Debería estar más agradecida, Señorita Shower, le salvé
de aguantar un buen rato más en compañía de un verdadero pervertido —Touché. Él
tenía razón —. Así que lo que pido de cambio, son unos minutos en su compañía.
***
Alexander se sentía demasiado entretenido en esos momentos.
Había recordado a Kirsten Shower como una jovencita
callada y relegada siempre a quedarse en un rinconcito de los salones de baile.
Apenas y había sabido cosas de ella por intermediaria de Francesca, que algunas
veces en las pocas visitas que había hecho a Blasius durante su ausencia en
Nueva York —Actualmente, Blas y Francesca vivían en Alaska y pensaban
trasladarse a algún país latino durante un tiempo—, ella sacaba a tema sus
llamadas con Kirsten.
Sabía que su flor favorita era el girasol y que su
pasatiempo ideal era tener la cabeza dentro de un libro. Estaba enterado que
ella estaba a punto de terminar la universidad, y estaba en medio de prácticas
como profesora de primaria y educación elemental.
La había mantenido siempre, grabada en sus memorias como
una jovencita de apenas diecisiete años.
Tal vez por eso no se preparaba para lo que encontró.
Apenas cruzó la puerta de entrada —Con una invitación
robada, cuya procedencia no deseaba explicar en esos momentos—, se dedicó a
buscar a Kirsten con la mirada mientras se hacía paso entre las personas.
No mucho tiempo después, una cabellera color rojiza —Casi
naranja— captó su mirada. Definitivamente era la única mujer con ese tono de
cabello dentro de la mansión; si alguna vez hubiera habido alguna otra,
seguramente ya se lo habría tintado de otro color. En lo personal, Alex había
adorado el cabello de Kirsten, era hermoso y especial.
Y saber que ella no se lo había tintado de algún color
distinto, lo hacía sentir inexplicablemente satisfecho.
No había venido
allí por ella. Se había repetido muchas veces, pero aun así, su mente no
pudo controlar a su impulsivo cuerpo que sin más que esperar comenzó a andar
con la vista en alto hacía su compañera.
Y por Odín[1].
Mientras más se acercaba, más su cuerpo ardía.
Definitivamente era ella, pero era toda una mujer, nada
que ver con la niña a la que había visitado por última vez en su alcoba hacía
ya cinco años. El vestido turquesa con hermosos decorados, enfundaba a Kirsten
como si de un guante se tratase, realzaba los atributos de su cuerpo y probablemente
hacían brillar sus ojos azules.
La piel del escote se veía cremosa y suave; y sus labios
rojos resaltaban sensualmente mientras hablaba. Bella. Indiscutiblemente bella.
Ahora no sabía si haber vuelto era tan gran idea como lo
hizo sonar Ethan en Sidney.
Luego su mirada había viajado hacía el compañero de
Kirsten, quien la miraba como si se estuviera desnuda y ofreciéndosele descaradamente.
No falta decir que eso lo hizo molestar, casi como si una bestia se agitara en
su interior completamente furiosa.
Solo él podía
tocarla. Sólo él podía mirarla de esa forma. Kirsten Shower era suya, solo
suya.
Y así fue como se aproximó a
ellos sin pensar y se llevó a Kirsten, como ella dijo, arrastrada y sin
preguntar.
De alguna forma, Alex había esperado que ella se
mantuviera callada y se dejara llevar por él, tal vez por eso fue que se
sorprendió tanto cuando ella comenzó a luchar contra su agarre y posteriormente
se quejó de ser tratada como un saco de papas.
Ahora se sentía indudablemente divertido.
Los agiles y brillantes ojos de Kirsten Shower lo miraban
fijamente completamente disgustada. ¿Desde cuándo esa niña se había convertido
en una mujer tan segura de sí misma? Ah… Cierto… estuvo cinco años
completamente ausente de su vida.
¿Por qué esa idea lo deprimía repentinamente?
—¿Acaso no hay ninguna persona que pueda hacerle compañía?...
Que solitario —Dijo ella asintiendo —. Pero lo cierto es que tengo cosas que
hacer.
—¿Cómo escurrirte por los rincones oscuros hasta
encontrar una salida? —Preguntó Alex con interés, sin apartar la vista de ella.
Kirsten parpadeó sorprendida y enseguida pasó a mirarlo
con algo de desconfianza y mucha cautela.
—¿…Quien es usted? —Susurró enarcando ambas cejas.
Parece que ya no se dedicaba a huir por los rincones.
—Pensaba que en las fiestas de disfraces no se revelaba
la identidad —Alegó con una sonrisa satisfecha, y Kirsten lo miró completamente
estupefacta.
—Seamos sinceros, somos los únicos que llevan un antifaz
esta noche —Aprovechando la distracción y que habían dejado de caminar, Kirs se
soltó de él y pasó a cruzarse de brazos.
Alex miró con cuidado alrededor y enarcó las cejas.
Le daba la razón a Kirsten. Había toda clase de trajes,
pero nadie que evocara el lado romántico de
las fiestas de disfraces. En esos momentos era cuando extrañaba las
antiguas fiestas de sociedad y sus extravagancias… Podían ser mucho más
agradables que las de la actualidad.
Regresó a mirar a Kirsten, un mechón de su cabello se
escapó de su peinado y se deslizó desde su nuca hasta el escote.
Inevitablemente, Alex estiró su mano y deslizó el rebelde mechón tras la oreja
de la joven.
—Definitivamente, creo que el Londres de mil ochocientos,
sería una mejor época para ti —Admitió con voz suave, manteniendo su mano y
rozando con suavidad la oreja de ella con la punta de los dedos.
Los ojos de ella lo miraban de regreso abiertos de par en
par, mientras se estremecía ligeramente ante los delicados roces. Se veía
absolutamente tentadora, sobre todo esos labios entreabiertos y coloreados de
un tono suave y discreto.
Que Odín tuviera
piedad de él…
6 comentarios:
Muuuuuuuuuuuuy bueeeeno Antonella, jajajajajajaja que lindo Alex no quiere ir detras de Kirs como un perro
hola, esta historia promete mucho, espero con ansias el proximo capitulo. NO dejes de escribir, tienes talento, me ENCANTO el primer libro de esta saga, es uno de mis favoritos. tu blog es genial, sigue adelante.
hace tiempo q queremos ver como sigue la historia ,porfas queremos más, mucha suerte
Q bruta yo, q no me hab{ia pasado por aquí a leer.
Quiero otro capítuloooo
Firiel.
Que bueno que me pase a leer por aquí; no perdía las esperanzas de encontrar los nuevos capítulos :)
Dios!!...esto cada vez se pone mejor!
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