Capítulo
III. Parte I.
Nueva York
Sin
esperarlo, uno de los mechones de sus cabellos rojizos le nubló con ligereza la
vista. Suspirando, sus dedos recorrieron un pequeño camino y lo llevaron detrás
de la oreja.
Tomó
nuevamente el vestido que reposaba con cuidado sobre la cama y lo alzó,
colocándolo frente a su cuerpo y mirándose en el espejo. La verdad, siempre
había pensado que el rosa no sentaría para nada con ella, es más, su cabello
solía verse aun más pelirrojo de lo que era por el contraste y los matices de los colores.
—¿Y
bien? —En ese momento se dio vuelta y observó fijamente a Abigail. La joven se
encontraba acostada bocabajo en la cama de la espaciosa habitación, mientras degustaba
el sabor de uno de los caramelos de menta que Kirsten le había regalado
anteriormente.
Abby
entrecerró los ojos mientras apoyaba la mandíbula en la palma de su mano
derecha, y con la mirada captó cada brillo y detalle del elegante vestido de
noche.
—Siendo
sincera, Kirs, se ve patético en ti.
Kirsten
se mordió el labio y dejó caer el vestido en el suelo, luego se dio vuelta y
caminó directo a su armario rebuscando en el interior con insistencia. Había
sacado prácticamente todos los vestidos de noche que poseía y ninguno le
sentaba bien.
Sus
ojos rodaron al instante al otro lado de la habitación, allí sobre la mesa de
noche estaba una elegante invitación enmarcada en dorado.
Desde
que tenía diecisiete no asistía a ninguna reunión de ese tipo. A donde iban las
personas adineradas de Nueva York para divertirse y pasar un rato agradable,
hablando de grandes inversiones de dinero y los últimos chismes de la hija/hijo
de X político.
Pero
su madre había insistido con demasiado ahínco esta vez.
…Y
aunque le doliera, seguía tratándose de su madre. Solo esta noche y regresaría
a su rutina como estudiante muy cerca de graduarse como profesora para niños de
preescolar.
Resopló
y se volvió para mirar de nuevo a Abigail, quien jugaba animadamente con su
almohada en forma de corazón.
—¿Y
entonces, qué hago? —El tono de su voz, reflejaba un poco su desesperación
—…¡Abigail! ¡Escúchame cuando te hablo!
Abby
pestañeó un par de veces y alzó la cabeza para mirarla con una sonrisa.
—Perdona...
¿Qué me decías?
—¿Te
estás burlando de mí, cierto?
Los
ojos azules de Abigail se abrieron de par en par.
—¡Juro
que no!
Dejándose
caer sentada sobre la cama, Kirsten suspiró con una pesadez entremezclada con
cansancio que rivalizaba con la de Abby justo después de terminar un manuscrito
retrasado. Viendo su expresión un tanto desgraciada, Abigail se sentó sobre las
rodillas y la miró con fijeza.
—No
es tan grave como para que entres en este tipo de estados —Declaró arqueando
una ceja y suspirando como si el tema la fastidiara.
—Oh
sí, es grave, muy grave… —Contestó llevándose una mano a la mejilla y
entrecerrando los ojos mientras miraba directamente a su armario —. No quiero
ir.
—Entonces,
no vayas —Abigail la miraba como si hubiese dado la respuesta más sabia y
perfecta del mundo.
Eso
solo hizo que Kirsten arrugara el ceño.
—No
puedo simplemente no ir, Abby… Se lo prometí a mi madre. Es el cumpleaños de
uno de mis hermanos, no puedo fallarle en esto; Además, hace mucho que no está
toda nuestra familia reunida.
Abby
la miró fijamente agitando sus pestañas, y finalmente le sonrió.
—No
te envidio ¿Sabes? —Seguidamente de murmurar eso, se puso de pie y salió de la
habitación, dejando a Kirsten visiblemente sorprendida pero sin atreverse a
preguntar hacia donde se suponía que iba.
Igualmente
no fue necesario. Abigail regresó a la habitación con un vestido envuelto en
plásticos y se lo tendió a Kirsten, quien dudó un poco antes de tomarlo.
—Fue
el único vestido que me llevé de casa de mis padres —Dijo Abby ladeando la
cabeza con una sonrisa —, pero no te preocupes, no lo he usado así que nadie lo
notará en el baile… Y siento que te quedará maravilloso.
Un
poco contrariada y con el corazón en la garganta por el gesto tan bonito de
Abby de haberle prestado la única prenda que se había llevado de casa de sus
padres —Si era así, debía ser un vestido absolutamente preciado para ella—,
lentamente retiró el plástico grisáceo que cubría la tela y miró dentro.
….Era
hermoso… De un azul celeste brillante y elegante, con incrustaciones de
pedrería en la parte del escote que bajaba en curvas a toda la parte que
debería ir adherida a la cintura y cadera.
—…Oh…
Abby…
Al oír
su tono de voz tan agradecido y lleno de admiración, Abigail rió.
—Ya,
ya. No es nada, Kirs. Solo… Ve allí, intenta divertirte y por supuesto, evita a
las arpías de la sociedad.
***
—Bienvenido
a casa, Mi señor.
Mientras
examinaba con ojo crítico a su mayordomo, Alexander se iba sacando el abrigo
después de haber dejado la maleta en el suelo.
—Theo…
estás más viejo desde que te vi por última vez.
Theodore,
su mayordomo desde hacía años, sonrió al oír sus palabras. Recibió el abrigo y
asintió con la cabeza.
—Cinco
años no pasan por encima de las personas, mi señor.
Era
cierto, ahora su cabello estaba totalmente canoso, mientras que cinco años
atrás aun se encontraba moteado de negro; las arrugas a ambos lados de la boca
se habían acentuado y las líneas de expresión en su frente estaban más
marcadas.
La
expresión de Alex se ablandó. Había conocido a Theo cuando era apenas un niño.
Descendía de una familia que lo había servido por generaciones y que sabían su
oscuro secreto… Desde su conversión a vampiro, y las desdichas que eso causó.
Alex
los había visto morir uno a uno, y pensar que ahora Theo correría el mismo
destino, lo hacía sufrir infinitamente.
—Deberías
cuidarte mucho más —Él mismo se ocupó de levantar la maleta con semblante
solemne, haciendo que Theo arqueará sus cejas.
—¿Señor?
Sin
prestar atención a la pregunta con entonación algo sorprendida, Alexander se
adentró a la casa y miró alrededor. Todo seguía tal cual como lo había dejado
—Por supuesto que estaba impecable y sin polvo—, las paredes con papel tapiz en
colores cremas y marrones, los muebles antiguos del recibidor y todo con un
aire más que todo colonial.
Era
como retroceder en el tiempo a la época de mil ochocientos. Dando un suspiro
nostálgico, paso a mirar de soslayo a Theodore.
—¿Cómo
han estado las cosas desde que me fui? ¿Investigaste lo que te pedí?
Theo,
que seguía sus pasos mientras Alex caminaba adentrándose más y más en la casa,
asintió con una ligera y apenas visible sonrisa.
—Bastante
tranquilas —Afirmó —. Y sí, esta noche la familia Shower tendrá una fiesta de
disfraces en su mansión, celebrando el vigésimo quinto cumpleaños de uno de sus
hijos; Mañana en la tarde hay un día de campo en casa del señor L’Fountain, y….
Alex
parpadeó.
—¿La
familia Shower?
Había
enviado una carta a Theo, días atrás cuando Ethan lo había convencido de volver
a Nueva York. Al principio se sintió muy recio ante la idea, pero finalmente se
rindió ante las palabras del vampiro rubio, que tenía un poder sobre la mente
de los demás innegable; sinceramente no supo en qué momento accedió a regresar…
…Pero
regresando al tema de la carta, Alex había avisado a Theo de su regreso y como
un extra le pidió que se informara de todos los eventos en sociedad para esa
semana. Sí, pretendía regresar a las andadas.
Había
desaparecido durante cinco años, pero para esa gente no era extraño que no
envejeciera. Lo mejor que se podrían inventar los empresarios y sus vaporosas e
insoportables mujeres era que se conservaba demasiado bien para su edad, ó que
en dado caso, desde luego, se había hecho alguna operación.
Al
menos podría quedarse en la ciudad otros cinco años, antes de que comenzaran a
percatarse de la inminente realidad.
Alex
deseaba retomar alguna que otra relación empresarial con esos traseros
adinerados. No había regresado allí por Kirsten Shower… Nunca por Kirsten.
Y
entonces, Theo había mencionado a la familia de su compañera, y enseguida
actuaba como un perro faldero al que le acababan de lanzar un trozo de carne.
"No estoy aquí por ella… Yo no vine a verla…
No estoy interesado…"
—¿A
qué horas es la fiesta de la familia Shower, Theo?.
¡Maldita
sea!
—Comienza
a las nueve de la noche, mi señor —Theo parpadeó mirándolo fijamente con
interés —. Pero al estar fuera de la ciudad usted no fue invitado.
Alex
se giró y comenzó a caminar hacía las escaleras.
—Un
vampiro no necesita invitación… Sobre todo si es una fiesta de disfraces.
5 comentarios:
Ooooh, estoy completamente enamorada de tu forma de escribir :).
Este capitulo es pura magia adictiva y sensual para mi :).
Me emociona muuchiiiisimo.
Llevo años esperando por ver este reencuentro entre mi querida Kirsten y Alexander (LLL).
Un beso ENORME!!!!!
Mire - Mayu.
Supongo q esta vez podré leer la historia completa, verdad q sí Anto?
Cuando viene la continuación? seguirá apareciendo mi Ethan?
saludos, Firiel :)
Hola, Fi... =)... sip, me centraré solo en ella y en la de Connor -Sería muy penoso acabar la de Alex, antes que la de él, y eso que en la de Connor llevo ya 90 y tantas páginas.. jajaja-.
Pretendo actualizar los jueves o viernes de cada semana.
Y sí, seguirá apareciendo Ethan, ó así lo he planeado =)
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Gracias por tu comentario, Mire, eres un verdadero amor. Aprecio mucho el apoyo que me has brindado... y espero que me pases la dirección de tu blog para así enlazarlo al mío y pasarme por él ¿vale?
Cuando quieras siéntete en total libertad de escribirme, que cuando pueda reviso tus correos y prometo responderlos.
Besotes y abrazos a ambas, y de nuevo gracias por pasarse por aquí (k)
Y la continuación?????
Firiel
Hola peque!!! Pufff yo te echo de menos ;).
Te dejo la dire de mi blog: www.mayuamoraprimeravista.blogspot.com
Te quiero n.n
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